Embalses de Leurtza

Salgo pedaleando de la aldea de Auza

por la NA-4112

 hacia Elzaburu; 

desde el centro del pueblo, 

cambio de dirección hacia el Sur, para torcer por pista agrícola a la derecha; 

sigo por la izquierda en el cruce con el cementerio, en la bifurcación voy a la derecha, dejo la pista por detrás de un gran árbol, 

ascendiendo y rodeando un prado vaquero,

 (pasando por una traza senderil y dos portillos); 

enfrento una rampa, 

cruzo el barranco de la Tejería y por la pista izquierda entro en Ilaregui;

 sigo la pista agrícola

 que me deja en Orokieta, 

desde aquí por asfalto (NA-4114) en suave ascenso, 

prosigo por el caserío de Ola; 

dejo la carretera en el km 5

 por larga pista maderera con una plantación abeto de Douglas;

 el ascenso se va recrudeciendo poco a poco bajo el hayedo; la Regata Erpegi me acompaña durante un tiempo, primero con agua y después seca por la filtración.

Una tormenta de verano ruge a mi espalda, viene por mí mientras cruzo un paso canadiense en el Collado de Erlainz, empujo un tramo corto la bici, sin motricidad en la roca mojada por la dura pendiente; 

comienzo a bajar sorteando barro y charqueros; sigo recto en el cruce a Belate

 por un tramo empedrado y peligroso por lo resbaladizo; 

extremando la precaución llego a vadear un arroyo, 

bordeando el Embalse de Leurtza Superior, 

lo cruzo por su presa, 

desciendo por sendero acondicionado

 hacia el embalse inferior, se levanta una niebla tricionera, densa y rápida cubriendo mi trayectoria, 

no se ve un pimiento, 

encima la umbrosa pista tiene tanta agua y barro blando, que la rueda delantera se hunde hasta el buje, me pongo perdido y echo a andar por una orilla, con árboles caídos que actúan frenando la salida del agua, quedando empantanada creando profundos barrizales.

Poco a poco el suelo se endurece, ya solo salpican los chispotazos mezcla de excrementos vacunos; comienza a llover, pronto bajo el hayedo escurren sus hojas; 

cambia la pista de dirección, se bifurca, sigo por la derecha en subida; más adelante aparece encementada,

 señal de que aumentará la pendiente hasta el cruce, 

donde hay un refugio

 e intersección de rutas; 

sigo por la pista a la derecha en subida todavía, 

para iniciar un larguísimo descenso por pista de gravilla paralelo a las Regatas Armunegui y Osamendi, hasta la carretera de vuelta; arrecia la lluvia, pero como ya voy hecho una sopa y embarrado, no me pongo el chubasquero para lo que me queda. 

Ha sido una ruta en este caso para gente aventurera, poco melindrosa y amante del lodo.

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