Campico de los Lirias-Mina Anita-Finca Castillo de Chuecos-Tébar
Accesos
por la carretera Mazarrón-Águilas, entre los km 28 y 29, aparco en la entrada a
Campo López (12 Km). Comienzo
pedaleando en ascenso, por la carretera hacia Campo López y la Sierra de la
Almenara; el almendro reina en los campos de cultivo y la tapenera lo hace en
los márgenes del camino; en Campico de los Lirias se nivela la pendiente,
pasados los 3 primeros km, a la altura de la Casa de Oliva, giro en ascenso
paralelo a la Rambla del Talayón; el camino agrícola se empina entre los Cabezos
del Tejedor (825 m) y de las Cuevas (728m), en los cruces, siempre en acenso tomo
por el camino de la izquierda; dejo la pista por un corto atajo, que me coloca
en un sendero por el cordal y límite de término municipal. Con
vistas de la zona de Puerto Lumbreras, en el próximo cruce de pistas, tomo por
la izquierda, para ver las instalaciones de la Mina Anita del distrito minero de Tébar, donde se explotaban principalmente minerales de hierro (hematites y sideritas); vuelvo al cruce, sigo recto ahora; en el siguiente giro a la izquierda y en el
último desciendo por la derecha; en la zona del Romeral, cambiando de dirección,
atajo a otra pista que me lleva a las cercanías del Castillo de Chuecos; la
parte final es por senda matorralera; situado en la cima del cerro que tengo
enfrente, me separa un profundo barranco; esta fortificación controlaba las vías
de comunicación entre la ciudad de Lorca y el puerto de Águilas; como castillo
rural disperso (hisn) daba protección y cobertura administrativa a la población
campesina; está construido en tapial
(argamasa de cal mezclada con piedra menuda, que le da a toda la obra una gran
consistencia). Vuelvo
atrás para continuar por la pista, que al poco se hace sendero y comienza a
descender entre almendros, vid y olivos que comparten la finca (460 has) con perdices y conejos; hago
un alto en la balsa de riego cuya estructura tiene más de mil años, ubicada en
la base del peñasco en el que se asienta el Castillo de Chuecos, brota una
fuente que nunca se ha secado y vierte sus aguas a esta balsa; me acerco a la Casa de Chuecos, la bordeo a la par
que pregunto a un operario, si estoy invadiendo una propiedad privada, al
parecer no hay problema y puedo sacar alguna foto del caserónsolariego del siglo XVIII y su ermita; vaya mi
agradecimiento a los socios propietarios, por no ponen dificultades a
senderistas y bikers, no así a perros y vehículos a motor; en la finca Castillo
de Chuecos, se ha puesto en marcha un proyecto, cuyo objetivo se basa en la
investigación y protección de su singularidad ambiental, potenciando sus
funciones ecológicas, cuidando su flora (esparto, romero y otras plantas
aromáticas) y fauna (águila perdicera, búho, águila real, tortuga mora y la
gineta). Con
la sensación de haber visto y compartido un momento especial, me dejo llevar
por la pista en descenso a una zona donde se cultiva el Aloe Vera, que
comercializa como jabones, geles y complementos alimenticios, la empresa
Ecoagrícola El Talayóncon la
marca Atalaya Bio. La pista
transita junto al Barranco de Chuecos a la casa del mismo nombre, donde veo cosas
tan dispares como tomateras y caballos; entro en la aldea de Tébar, con vistas
de su castillo delsiglo
XII y la muralla que lo protege, de origen árabe, el torreón se
utilizaba para las defensas de
las artillerías, en el período donde las incursiones de
la piratería morisca asolaba el litoral Lorquino-Aguileño. La pista acaba en una carretera secundaria, que
serpentea junto a la Rambla de la Cuesta del Grajo, hasta la gasolinera y el
enlace con la RM-332 de Águilas a Mazarrón; solo me quedan por hacer los 5,5 km
en continuo ascenso, con mucho calor y por asfalto rugoso hasta el coche; justo
precio a pagar por haber explorado y disfrutado de este entorno semiárido y casi
desconocido.
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