Salimos caminando por la estrecha carretera en constante
ascenso, con vistas de la Rambla de Librilla por la que volveremos;
por esta
carretera en fines de semana circulan muchos ciclistas y algunos vehículos; hay
que ir atentos, cambiando de margen en algunas curvas durante poco más de 2 km.
El Rinoceronte |
Dejamos el asfalto por sendero pistero, nos acerca a las
instalaciones de la antigua Casa Forestal Los Ballesteros,
rehabilitada como
Alberque, con capacidad para unas 30 personas; posee zonas exteriores con merendero, juegos en la
naturaleza, deportiva y rocódromo.
Una vez rodeado este complejo, desde la carretera volviendo,
giramos a la derecha por pista matorralera hacia el bancal de abajo y pinar,
donde comienza el corto y muy pronunciado descenso al Barranco del Infierno.
El Barranco del Infierno nace en los Llanos de Barqueros
(Fuente Librilla), prolongación del paisaje protegido de los Barrancos de Gebas;
se encuentra encajado
sobre margas marinas, entre murallas de 50 m de altura;
presenta un angosto desfiladero al principio, de poco más de 2 m de anchura,
Barranco del Infierno |
provocado
por la erosión de los yesos con importantes plegamientos, que podemos observar
a simple vista en algunas de sus curvas.
Caminamos muy despacio por la hierba crecidita;
escondido
entre la vegetación y debido a su tamaño, a punto estuvimos de aplastar a una
cría de Bufo bufo, especie principalmente terrestre de sapo;
lo reconoceremos
por su cuerpo rechoncho, piel verrugosa de tonos marrones y pardos, patas
anteriores con cuatro dedos más cortas que las traseras, que cuentan con cinco
dedos membranosos;
supe que no era un sapo corredor, con el que mantiene un
fuerte parecido, porque huyó dando saltitos y el corredor no salta.
Aunque
prefiere sustratos blandos con vegetación de cobertura, coloniza todo tipo de
hábitats; una vez completa la metamorfosis, son idénticos a los adultos pero su
tamaño es de tan solo 1 cm.
Vemos en el suelo que la precipitación de halita y yeso,
recubren cantos y restos vegetales,
en lo alto chimeneas de hadas, formaciones
gredosas y pináculos de sorprendente belleza.
Enlazamos con la Rambla de Librilla (o del Orón),
tomamos
la fruta bajo un bosquete de pinos, de las pocas sombras que existen, por tanto,
hay que tener presente no realizar esta ruta con calor, amenaza de tormenta o
recientes lluvias (aún hay engañosos pasos con barro donde resbalamos).
La Rambla de Librilla,
es una cuenca salina que desemboca en
el Río Guadalentín; junto al Barranco del Infierno, presenta un importante patrimonio
geológico desde el punto de vista estratigráfico, sedimentológico y
geomorfológico, debido a las formas peculiares producidas por la erosión
hídrica.
Se despeja la rambla, apareciendo las zonas encharcadas
de aguas salinas, ricas en mineral de halita, procede de la palabra griega
hals (sal) y lithos (piedra); un paraje increíble que incrementa su
magnificencia a partir del puente sobre el barranco;
encontramos abundancia de aguas
estancadas, que han lavado las sales marinas de las margas y yesos; charcas de
colores en este inhóspito paraje,
proveniente de la gran llanura salina dejada
por el mar Mediterráneo hace unos 6 millones de años.
Llegados a las tuberías del trasvase Tajo-Segura, dejamos la
Rambla de Librilla, buscamos la senda arbustiva de salida hacia el cercano
aparcamiento.
Marchamos a La Bodega en Librilla, donde tapeamos estupendamente
antes de volver a Murcia.
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