Caminamos carretera abajo cruzando el caserío, para girar a
la izquierda por la pista junto a las ruinas de la Casa de Miravete;
ascendemos
entre el Ramblizo de los Páramos y la Rambla del Escobedo que hemos cortado,
hacia
la Sierra del Puerto; la pista se empina, muy degradada por los arrastres de
las fuertes lluvias pasadas,
hasta la cumbre cimera, con vistas de la Vega Murciana,
por donde transitamos
en busca del fuerte descenso hacia la Rambla de Sangonera.
La Rambla de Sangonera se encuentra destrozada, con
abundantes árboles caídos y algún charco ocasional;
tomamos el mantente en uno
de los senderos de reciente creación,
que sortea una zona de derrumbes
con
algunas setas pasadas de fecha;
salimos de la rambla por pista,
vemos varias
trampas para las procesionarias, diseñadas para la captura de machos utilizando
feromonas;
vamos atentos a tomar un sendero por la derecha,
que nos saca junto
a las ruinas de la Casa de Los Arejos
y la pista al cruce de Los Arejos.
Torcemos en ascenso por la izquierda, siguiendo el PR-MU 34
Camino de Los Arejos, pasamos junto a una charca donde beben los animales del
parque, con cartel explicativo de sus huellas;
en el cruce,
continuamos rectos
hacia el Pico del Águila por el PR-MU 55; apenas hemos recorrido 100 m, cuando
hemos de tomar una traza senderil por zona ramblera, aterrazada y cuajada de
vegetación;
acaba junto a un barranquete cuyo inicio es una mina de agua,
desciendo y entro a echarle un vistazo,
antes de continuar monte través, por pinar
con sotobosque muy denso y bien desarrollado,
en busca del Arco del Alto,
que
descubrimos el 30 de noviembre del 2016,
cuando guiaba el grupo Andarines Caminando por La Vida hacia Cueva Angosta.
Cruzando bajo el arco, Rosa me dice que llevo una arañita en
la pernera del pantalón, gracias al color claro de la prenda, se distingue
perfectamente que es una garrapata, muy abundantes en el Majal Blanco;
enlazamos con el sendero
que, por la izquierda, nos lleva al desvío hacia Cueva
Angosta; en su escondida entrada,
cuelga una enorme araña custodiando la
entrada;
la cueva mide unos 30 metros de largo,
aunque solo 20 son operativos,
su
altura varía sobre 3 m en la entrada a unos 15 m en la zona más alta,
aunque al
final se abre a la luz solar, no se puede descender sin cuerdas por la
pendiente y la maleza.
De vuelta al sendero,
cruzamos Los Lomos, girando en ascenso
hacia el Cabezo del Alto (603 m); disfrutamos de las vistas hacia Carrascoy
desde
su vértice geodésico,
antes de iniciar el descenso por un sendero de cazadores,
encajonado entre un ramblizo subsidiario de la Rambla de Corvera y otro
subsidiario a su vez de la Rambla de Escobedo;
vamos coronando alguna pequeña loma,
pero la trayectoria es de bajada;
alcanzamos una pequeña explanada donde el
sendero gira a la derecha; fuera de track, exploro la posibilidad de hacer el resto
del descenso monte través hasta la pista principal,
debido a que todos los
carriles de abajo tienen cartelito de propiedad privada, al final vuelvo con
Rosa,
sofocado pero decidido a continuar por el sendero que llevamos, lo tenía
previsto inicialmente de ascenso y tuve que invertir el track.
Describe un amplio arco desembocando en una balsa;
por su
izquierda, la pista en desuso, nos saca a un cruce con una pequeña alambrada de
medio metro, para que los animales no invadan los cultivos; decidimos continuar
hacia las oliveras de las Casas de la Rivera en ruinas,
donde a la salida había
visto el cartel de propiedad privada, pero de alguna manera hemos de acabar en
la pista principal, si tienen todo el terreno acotado como propio, sin acceso
libre desde el monte al camino. Desde la pista al coche apenas hay unos metros;
marchamos al Restaurante Los Cazadores donde probamos algunas de sus delicias
gourmet para rematar la faena.
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