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Paso de la Viga-GR-66-Poljé del Espino-Pico Argel-Tejo milenario-Coto de la Mina-Camino de las Torcas


Accedemos desde la carretera Elche de la Sierra a Riopar (CM-412), en el cruce a la entrada de la población, torcemos a la izquierda por la CM-3204, antes de llegar a las Casas de la Noguera, seguimos rectos en la curva, por pista hasta el aparcamiento del Paso de la Viga (38°28'43.51"N 2°24'49.97"W).


Guiados por Paco Sáez, partimos 16 Andarin@s Caminando por La Vida, 


desde la cota de los 950 msnm, cruzando el Río Mundo en el Llano de la Venta, 


para seguir la pista de su boscosa ribera por la izquierda; abrimos y cerramos un portillo de ganado; en el cruce, tomamos la pista en ascenso por la derecha durante 1 km, vamos atentos para girar a la derecha por sendero empinado; 



el pinar va dejando paso progresivamente al encinar, 


vemos a nuestra derecha el Cerro El Borrucal, 


donde se asientan los restos del castillo de origen islámico y el cementerio antiguo de Riopar Viejo, donde ayer estuvimos viendo ponerse el sol.






A los 3 km de marcha, alcanzamos el cruce por el que volveremos, seguimos el GR-66 o Camino de Riopar a Yeste, donde se encuentra el “Arce Aguador” 


(si nos fijamos bien en la foto, veremos al mismísimo aguador escondido); 


aumentan las manchas amarillentas de los arces y los pinos salgareños; 



alcanzamos una explanada donde hacer un alto; 


hay una casa de pastor 


y estamos rodeados de quejigos o robles carrasqueños (Quercus faginea); especie autóctona del bosque mediterráneo semejante a la encina; florece entre abril y mayo, casi siempre antes que la encina; las bellotas maduran y se diseminan hacia septiembre u octubre.


Continuamos ahora con sol, 


cuando vemos el viejo “Arce de las Tres Patas” 


denominado así por su triple entronque; 


aquí el gps traza recto un tramo, aunque nosotros vamos por la pista del GR-66; 






en el cruce, continuamos por la derecha hacia la Fuente del Espino y el Pozo de las Bombas, cuando rebosa el agua se filtra por el sumidero Poljé del Espino; 


ya que nos encontramos en una zona kárstica, con abundantes dolinas o depresiones con forma de embudo y pequeño valle cerrado; por eso no hay corrientes de agua permanentes, la porosidad del subsuelo lo impide y las surgencias ocurren más abajo, como el fenómeno de los Chorros del Río Mundo.


Cambiamos de dirección, siguiendo un trecho el Camino de la Fuente del Buitre con abundancia de majuelos, 


para coger sendero a la derecha en Cañada de las Yeguas; como hay niebla, tres de nuestros miembros siguen por la izquierda en la bifurcación, 


mientras el resto iniciamos el ascenso al pico Argel (1698 m) monte través; vemos un Lactarius deliciosus (Níscalo); 


tras ardua subida, 









coronamos la cima 



apreciando el súbito fresco tras el esfuerzo; 



no podemos distinguir ni el cercano Puntal de Raspilla; 


hechas las fotos, comenzamos el descenso, 






descrestando hacia la Fuente del Buitre, 




donde tomaremos un mantente junto a nuestros tres compañeros.


Por lo visto, la niebla esperaba que nos fuésemos para disiparse, dejando la nitidez de vistas tardíamente, cosas que nos depara la montaña y hemos de aceptar. 



Echamos un buen rato junto al abrevadero de la Fuente del Buitre, 


antes de continuar por la Senda del Tornajico 



al Tejo milenario; 


disfrutando de las vistas sobre la Sierra del Cujón 




y de este árbol monumental en la Cuerda de los Pinos Milaneros. Los tejos o Taxus del griego taxon (arco) y toxikon (veneno), son árboles coníferos de montañas calizas, de 15 a 20 m de altura con diámetros de 1,5 metros y hasta 1.500 años de vida, crecen en altitudes de entre 500 y 2000 m. Su madera, resistente y flexible para la fabricación de arcos, supuso su exterminio en comarcas enteras, ahora figura como especie protegida. 


Casi todas sus partes son ricas en alcaloides tóxicos (taxina), de hecho ha sido utilizado como veneno para suicidarse, en casos desesperados de prisión o sitio en guerras, al causar la muerte en pocos minutos. El Taxol, compuesto químico extraído del tejo (sin necesidad de talarlo), cura catorce tipos de cáncer, aunque su fama viene de los druidas celtas, hacían con sus ramas bastones mágicos y con palillos de su madera adivinaban el futuro. 


El cristianismo lo incorporó a su doctrina como símbolo de vida, muerte y eternidad, construyendo muchas iglesias, ermitas y cementerios junto a ellos (sobre todo en Asturias). Los rituales y acontecimientos importantes de la comunidad, se hacían bajo su sombra e inspiración.


Retornamos a la pista, 



pasando junto a un abrevadero en el Arroyo de la Celadilla, 



rodeamos una zona con reses pastando; 





nos apartamos de la pista, para comer los bocadillos de jamón junto a una encina monumental;




 retomamos camino, 




internándonos en un bosque relicto, 



predominan los quejigos con algunos arces y encinas; mágico y místico enclave, denominado “Coto de la Mina”, con reliquias del pasado que ahora solo perviven aquí.




Observamos a distintas alturas en la corteza de algunos árboles, las manchas de barro que dejan los animales al frotarse, 



también una buena muestra de los racimos de Armillaria melle; su forma de reproducción no es solo por esporas, infectan los árboles entre sí a través de las raíces o la corteza; un mismo foco puede invadir todo un bosque, 


al producir una especie de red -rizomorfo- que se extiende por todo el árbol; 


se propaga por contacto a otros individuos; al cortar el árbol, el tocón queda infectado, habría que sacar las raíces del suelo y quemarlas. 


El tiempo que aguanta un árbol infectado es muy variable, dependiendo de si la etapa del hongo es saprófita o parásita, llegando a ser de cientos de años o de meses; no tiene interés culinario y podría confundirse con la seta de Chopo (Agrocybe cylindracea).


La explosión de colorido impregna nuestro ánimo, 



mientras caminamos en silencio por tan maravilloso lugar, 






nos parece increíble que se haya mantenido este bosque intacto; 




nuestras pisadas no quedarán enmarcadas en la historia de este contorno, pero la huella más profunda y duradera la llevaremos con nosotros.





Entroncamos con el antiguo Camino de las Torcas, 




para iniciar un abrupto descenso monte través, 











empalmando con el track de la ida durante 500 m; 



después seguimos descendiendo por sendero accidentado a la izquierda, 



en busca de la pista por la que iniciamos el ascenso hace ya casi 8 h; nos lleva al Paso de la Viga donde esperan los coches. 



Nuestro profundo agradecimiento al compañero y amigo Paco Saéz, en su labor al guiarnos sabiamente, tanto física como emocionalmente; mostrándonos este tesoro oculto, que hemos de preservar para el disfrute de generaciones venideras.

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