Descendemos al río Mula desde la parte alta del aparcamiento por
pendiente pronunciada;
mientras me muevo por el cañaveral, remontando el exangüe curso del agua,
veo un
galápago leproso (Mauremys leprosa), pero mi móvil lo tiene Rosa haciéndome una
foto, lo cojo mientras me trae el móvil y se defiende expulsando una solución
líquida apestosa proveniente de sus glándulas cloacales al ser agarrado; esto
ya me lo esperaba, ya que la primera vez que cogí uno aguas abajo del río
Benamor, creí que estaba herido o enfermo por el hedor que exhalaba;
le hago
foto y lo dejo cerca del agua viéndolo nadar apresuradamente. Para reconocer a un galápago leproso nos fijaremos en
su caparazón, cubierto por cinco placas vertebrales en el eje central y cuatro
costales; es alargado y más ancho en la parte posterior, de borde liso y en
los adultos jóvenes, presenta una quilla longitudinal.
Es carnívoro pudiendo ingerir alimento de origen
vegetal; solo sale del agua para tomar el sol y regular su temperatura; a pesar
de que se adapta a todo tipo de medios acuáticos, tolera cierto grado de
salinidad y de contaminación, la destrucción de su hábitat al desaparecer los
cursos estables de agua,
su captura para tenerlo en cautividad y la competencia
de especies tropicales, son los problemas a los que se enfrenta esta especie,
aunque goza de una protección especial por parte de la Unión Europea. Un
detalle: Su denominación específica “leprosa” no responde a la presencia
de algas en su caparazón sino a pequeños
nódulos o verrugas que presentan algunos especímenes viejos, según Schweigger
(1812) médico y naturalista alemán en su descripción de la especie.
El paso se complica un poco por el cañaveral, la pared rocosa
y algún afloramiento de agua,
vemos una poza con un pequeño salto de agua
antes
de salir a terreno abierto de huerta en Los Corrales;
el camino de acceso a los
cultivos, nos sirve para salir a la pista asfaltada que cruza bajo la autovía RM-15
Murcia-Caravaca;
continuamos por la carretera de la Puebla de Mula a Librilla,
tomamos la pista, que por la derecha, asciende hacia el Castillo de Alcalá.
A medida que ascendemos las vistas ganan en vistosidad,
alcanzamos una plataforma desde donde parten las escaleras
para bordear
la base
de la inexpugnable muela rocosa con paredes verticales de más de 10 m de
alto,
elevada unos 120 m sobre las llanuras circundantes, domina perfectamente
toda la comarca de Mula.
Su fortaleza es de origen islámico,
una de las más
antiguas de esta época en la Región de Murcia;
se fundó en el siglo VIII,
cuando una guarnición de tropas musulmanas se estableció para el control del
antiguo enclave de Mula, una de las siete ciudades de Tudmir que negociaron su
incorporación al Islam.
Paseamos por la altiplanicie valorando el estado del conjunto
de unos 25 aljibes de planta rectangular adosados en batería
y un pozo vallado.
Iniciamos el descenso volviendo sobre nuestros pasos, hasta torcer en el cruce
de la ida por la derecha, pasamos junto a huertos de olivos y almendros,
giramos a la izquierda por pista de tierra
saliendo a un de las rotondas de
acceso a los Baños de Mula
con sus ofertas termales de aguas curativas,
ya que
la mayoría de sus 60 hb. viven de la explotación de las aguas del pozo.
Los
diferentes propietarios heredaron o compraron los derechos de caudal del pozo,
se dividen a modo de acciones o participaciones y dan derecho a un porcentaje
del total del caudal. Un partidor divide
estas participaciones de agua con tuberías de distinto grosor.
El lugar goza de
una paz y tranquilidad notables, también vemos edificios abandonados o deshabitados
en nuestro camino de vuelta al aparcamiento.
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