En la llanura de la cuenca del Mar Menor, se encuentra el
paisaje protegido de Cabezo Gordo (280 Has), explotado en la antigüedad, para
extraer el mármol gris veteado, usado en la construcción de edificios en
Cartagena.
Vamos a ascender laboriosamente a su cumbre (312 m), donde
divisaremos el Mar Menor y el Campo de Cartagena;
pasaremos entre cornicales
(cuernecillos) y Chumberillos de lobo (especie autóctona de cactus), e incluso
por una galería (frontal o linterna son necesarios), hacia el yacimiento
arqueológico de la Sima de las Palomas, con restos de Homo sapiens
neanderthalensis y Homo heidelbergensis (Homo sapiens arcaico).
El cerro calizo del Cabezo Gordo, es como una isla rodeada
por el mar de cultivos de hortalizas o frutales del Campo de Cartagena, punto
de referencia de navegantes, pastores, campesinos y pescadores.
Las
explotaciones en galería de mineral de hierro, aprovechadas con mayor
intensidad a principios del S. XX, han generado infinidad de cuevas, galerías o
simas artificiales.
En la Cueva del Lago habitan murciélagos de cueva y patudos.
La corta actividad de estas minas y su inminente abandono, fue debido a la
pobreza y limitada extracción del mineral de hierro, así como al costoso
transporte desde la Estación de Balsicas a Cartagena .
Descripción de la ruta:
Desde el aparcamiento,
tomamos sendero por la izquierda
hacia la Cueva del Agua o Cueva del Lago,
un largo túnel a cuyo término se abre
una amplia galería, donde aparece un lago de agua subterránea acumulada por
filtración, que puede tener de 4 a 5 m de profundidad.
No vamos preparados para
explorarla,
llegamos a una cavidad alargada,
desde donde ascender por el encajonado
cauce de la rambla,
la extrema aridez, elevada insolación y ausencia de agua
condicionan el paisaje. Abandonamos por la derecha el cauce, teniendo cuidado
con las simas realizadas a modo de prospecciones mineras, para conocer los
estratos del Cabezo Gordo;
seguimos
desde un collado
trepando por los roquedos casi verticales.
Distingo un roto sendero aéreo bajo las antenas de la cima,
con precaución terminamos el ascenso
y disfrutamos de las vistas a pesar de la
nubosidad y la amenaza de gota fría.
Iniciamos el descenso hacia la cresta lomera,
el sendero
tuerce a la derecha tomando demasiada inclinación
por un suelo de tierra y roca
suelta
donde los resbalones pueden ser tan frecuentes como peligrosos sino
vamos despacio, ayudándonos de las manos, los bastones y con botas de buen
taqueado.
Hacemos un alto para explorar una cavidad alargada, realizada
al seguir la veta de mineral de hierro para su extracción;
comienza a llover
mientras arrastramos el culo por la roca de una vaguada que nos conduce a un
canchal,
poco a poco el sendero deja de retorcerse conforme llegamos al
piedemonte,
a la altura de una balsa de riego enlaza con la
pista de vuelta.
Entramos en un túnel de unos 200 m que atraviesa hacia la
ladera de solana;
fue realizado para buscar mineral de hierro, usándose después
como polvorín y refugio ante los bombardeos durante la guerra civil;
finalmente
como lugar para el cultivo de champiñones, aún quedan restos de sus soportes
anclados en las paredes de roca.
Voy con la cabeza agachada todo el trayecto, alumbrándonos con la función linterna del móvil; se estrecha mucho a su salida
por la cara sur.
Descendemos bajo un cono de deyección de sedimentos
resultantes de la erosión de las laderas rocosas
hacia la Sima de las Palomas
y
al aparcamiento donde llegamos empapados a pesar de los chubasqueros.
Comentarios
Publicar un comentario