Conviene precisar que la ruta se desaconseja en periodos de
lluvias o calor, existen riesgos relacionados con las terreras que
provocan inestabilidad del terreno, socavones, pozos descubiertos
y transitamos junto a construcciones ruinosas no exentas de escombros.
La población de Mazarrón vivía de la agricultura, pesca y
comercio portuario (importación y exportación de cereales, esparto, salitre,
sosa, carbón y mineral), la manufactura de sal y de las estancias vacacionales
playeras, pero desde antiguo ha estado ligada a la minería.
Esta ruta transcurre
por el Coto minero del Cerro San Cristóbal que aúna las minas de San José,
Triunfo, Usurpada, San Carlos, Esperanza, Santa Ana, San Juan, Fuensanta, Ledua
e Impensada.
En Los Perules las de San Vicente, Aurora, San Antonio, Santo
Tomás, Talia, San Antonio de Padua, Pelayo, San Joaquín, y Vista Alegre.
Tras los fenicios, los romanos explotaron los cotos de
Mazarrón, San Cristóbal y Los Perules, las Pedreras y Coto Fortuna,
extrayendo minerales de plomo y plata, gracias a la excelente zona geológica,
fácil acceso al mar y cercanía a Carthago Nova (centro de distribución de las
materias primas).
Admirable la capacitación de los ingenieros romanos, al
realizar extracciones de mineral a gran profundidad, evacuar aguas subterráneas,
transportar o elevar el mineral desde los pozos y galerías de laboreo.
La minería vuelve a renacer con la reconquista y los
asentamientos cristianos, provocando el nacimiento de Almazarrón, origen del
actual municipio de Mazarrón, en principio dependiente del Concejo de Lorca,
apareció como el caserío llamado “Casas de los Alumbres de Almazarrón”.
En 1462,
Enrique IV concede el privilegio de la explotación de las minas a los
marquesados de Villena y Vélez.
A mitad del siglo XV se descubre el “alumbre”
(sulfato de alúmina y potasio), usado para fijar los colores en la industria
textil, la elaboración del vidrio y medicinas, era exportado a Bélgica, Holanda
e Inglaterra.
En el año 1572, gracias al auge de la minería del alumbre, se
establece una población fija en torno al Cabezo de San Cristóbal, siendo
concedido por Felipe II, el título de villa independiente de Lorca.
A finales del XVI, dejó de ser rentable la explotación del
alumbre, debido a la competencia italiana, los impuestos fiscales y los
conflictos con Flandes e Inglaterra, principales importadores. La almagra
(óxido de hierro rojo), sustituyó al alumbre durante los siglos XVII y XVIII,
era adquirido por la Real Hacienda.
Se esconde un drama social entorno a la minería, con jornadas
que superaban las doce horas diarias, altísima siniestralidad laboral, bajos
salarios, remuneración en vales canjeables y empleo como mano de obra de niños
para labores de gran dureza y peligrosidad; todo ello bajo el mandato de los poderosos
marqueses de Villena y de los Vélez.
Descripción de la ruta:
Desde el aparcamiento mirando a la carretera, tomamos un
sendero paralelo a la misma,
asciende progresivamente entre matorrales, bordeando
las instalaciones de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla en el
Portichuelo;
bajo una enorme terrera en los Perules,
ascendemos por empinada traza senderil pasando junto a un
algarrobo,
ya en pista, por la derecha, recorremos el Conjunto San Antonio de
Padua, donde se encuentra la Mina Talía con los castilletes San Federico.
Vamos a descender para continuar por pista, con vistas de la
obra en La Presa de lodos San Cristóbal (altura de 28 m y 151.000 m³ de
lodos) presenta un riesgo alto para las personas y el Medio Natural por
contaminación de aguas superficiales, contacto directo, erosión eólica, actualmente
la maquinaria pesada se encuentra trabajando para evitar la rotura del dique.
Pasamos por el Conjunto Aurora o El Grupo
con su castillete
de mampostería sobre pozo de boca cuadrada y las tolvas de la mina Santo Tomás;
el castillete siempre se ubica junto a la sala de máquinas, responsable de
traccionar las jaulas; las tolvas
se encuentran unidas al castillete por medio
del muelle de descarga, consiguiendo reducir el recorrido de las vagonetas que
desalojan el mineral; la chimenea de máquinas de vapor, se sitúan siempre en
una zona elevada y comunicadas con la sala de máquinas a través de la
conducción de humos.
La pista se abre en una explanada
que nos permite rodear el
Conjunto San José.
Las charcas de aguas ácidas cual sangre derramada asemejan a
un paraje de otro planeta,
la gama cromática a base de variados ocres, rojizos
matices, amarillentos terrosos y negruzcos tonos; permanecen plasmados en las
abiertas heridas de sus horadadas laderas.
Alarmante fue la permisividad ante los vertidos de escorias
a la playa de La Isla; el desagüe de lodos tóxicos a la rambla de las Moreras;
la contaminación provocada por los humos que arrojaba la fundición Santa Elisa;
o la destrucción parcial del Castillo de Los Vélez, donde se perforó un pozo de
extracción e instaló un lavadero de mineral.
El Conjunto San José, reúne una buena muestra de estructuras
mineras que sueles estar dispersas;
posee incluso lavaderos propios de mineral,
aún se conservan los pilares que soportaban las cintas transportadoras,
provenientes de la disposición escalonada, a partir de la tolva de embudo
tronco piramidal fabricada en hormigón.
Desde sus nueve piletas y dos balsas de
decantación,
ascendemos zigzagueando hasta enlazar con las escaleras y acceder
a la zona superior.
Pasamos por su túnel
y entre dos paredones horadados,
descendiendo por el camino natural de entrada a esta zona elevada;
cruzamos la
pista principal dejando Perules, para recorrer la parte del Cerro San
Cristóbal; tomamos una traza senderil
por la derecha en subida, describiendo un arco para ver el edificio de
servicios;
salimos por su entrada principal
girando a la derecha hacia el
conjunto Ledua o Liebre,
por el que volveremos tras visitar el Conjunto de
Santa Ana o San Juan,
su lavadero es un amplio conjunto en el que intervienen
varias tolvas, dos agrupaciones de balsas dispuestas a distintos niveles,
comunicadas en su parte inferior por canalizaciones de desagüe para decantación
sucesiva de mineral, junto a un gran deposito cilíndrico para el almacenamiento
de los líquidos aditivos del proceso.
Gran importancia tuvo el trascendental descubrimiento en
1871 del filón Prodigio (mina Santa Ana, rendía entonces entre setenta y
ochenta mil quintales mensuales de galena de muy buena ley), se erigió como la
principal riqueza de la zona y motivo de desarrollo para la industria minera en
Mazarrón,
cuya merecida notoriedad atrajo grandes empresas multinacionales,
desencadenando la llegada masiva de migrantes procedentes de tierras almerienses
en su mayoría.
Una consecuencia catastrófica fue el exterminio de los pocos
árboles que aún quedaban en las sierras cercanas, empleados otra vez como
combustible en los hornos que precisaban fabricantes de salitre, sosa y
alumbre. Se llegó a echar mano del esparto y otros arbustos, degenerando en
nuevos conflictos.
Hilarión Roux y Albanelly, inteligente y activo empresario
de origen francés, fue el responsable (24 de agosto de 1868) de la puesta en
marcha de la primera máquina de vapor adaptada a una bomba elevadora, realizó
el desagüe de los niveles inferiores en la mina Santa Ana, ya que suponía un
obstáculo insalvable y tenía paralizados los trabajos.
La mina Santa Ana
siempre había levantado grandes expectativas, por la enorme cantidad de mineral
descubierto a escasa hondura y procedente de labores romanas abandonadas.
De vuelta,
nos llama la atención el Castillete de madera de
pino Canadá de la mina San Simón, prototipo de la ingeniería industrial de
principios de siglo y referente de la arquitectura minera.
Las ruedas dentadas
y poleas de tracción de la sala de máquinas, han sufrido actos vandálicos despareciendo partes de las
mismas.
En la curva de la pista, seguimos rectos
descendiendo al
camino de eucaliptos,
que nos deja en el aparcamiento y conduce al lugar, donde
el ferrocarril de vía estrecha transportaba el mineral hasta los altos hornos,
de la avanzada tecnológicamente, fundición Santa Elisa levantada en las
inmediaciones de la playa de La Isla.
Reponemos fuerzas en Puntas de Calnegre
con un asado de pulpo, principal excusa de esta ruta por el pasado minero.
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