por la Carretera
Tiñosa a San Jose de la Montaña, para tomar la carretera en ascenso hacia el
Puerto del Garruchal.
Con vistas del Puntarrón
llego al Camino de Los Puros,
veo el
sol del alba iluminando al pico de Columbares, engullido en un mar de nubes causado
por vientos marítimos cargados de humedad, recrea un paisaje fantástico y
sobrecogedor;
avanzando bajo las “Murallas de king-kong”,
dejando la Umbría de
Los Sánchez y el desvío a Los Serranos, diviso entre nubes bajas las Antenas
del Relojero
hacia donde me dirijo.
Las vistas son increíbles a medida que tomo altura hasta la
cima.
Me preparo para iniciar el descenso trialero,
enlazando el sendero aéreo PR-MU
22.1
que parte del collado,
sinuoso, rocoso y enraizado
con el Sendero de la
Mina del Cerrillar, los restos de esta mina de hierro registrada en 1899,
propiedad de Isidoro de la Cierva, por nombre Escondida, es de origen romano y
de unos quince metros de altura, excavados con herramientas rudimentarias.
Bajando por el Sendero de la Mina, hay tramos donde realizar
giros cerrados y sortear obstáculos; otros con firme roto y desniveles
escalonados, pondrán en evidencia nuestra pericia sino llevamos una máquina de
enduro. La mía se muestra incapaz de absorber tan seguido los saltos, surcos y
hoyos constantes.
Cortando desde el Barranco del Sordo, la pista asfaltada de
los Teatinos,
continuo recto por un corto sendero, que me hará bajar de la bici para salvar un fuerte
desnivel;
salgo a la Carretera del Valle, dirigiéndome por la izquierda hacia el
Eremitorio de La Luz;
los hermanos de la Luz eran un grupo de anacoretas que se
refugiaban en los abrigos rocosos del entorno, subsistían de los productos de
sus tierras y de la limosna.
En rápido descenso bordeo la fortaleza árabe del Castillo de
la Luz, construido en la dominación islámica (siglos VIII-IX), se comunicaba
visualmente con los del Puerto de la Cadena, la Asomada del Puerto y el de
Algezares.
Voy atento a realizar un giro a la derecha,
para trazar por
el sendero que me saca al Convento de Santa Catalina del Monte,
mandado
construir por el Obispo D. Victoriano López Gonzalo entre 1789 y 1805. Albergó una
comunidad de legos cuya función eran gestionar talleres, granjas, cocinas y
otras dependencias. El primitivo convento fue destruido en la Guerra Civil, y
ahora el palacio, reconstruido, acoge a la comunidad franciscana.
Cruzo por Santo Ángel
y el Reguerón por zona huertana a Patiño,
tuerzo a la derecha, para salir desde el Barrio del Progreso a la autovía de
vuelta.
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