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Ruta del Barranco de la Hoz


Accesos desde Albarracín por la A-1512 y la TE-V-9111 a Calomarde. A su salida aparcamos al inicio de la ruta (40°22'18.78"N 1°34'41.34"W).


Francisco Tadeo Calomarde, ministro de Gracia y Justicia en tiempos de Fernando VII, nacido en Villel e hijo ilustre de la provincia, dio nombre a esta población (denominada anteriormente como Peñascales y Valle Hondillo). Su iglesia parroquial de Santiago es gótica, conservando un sepulcro románico en su interior.


Salimos paralelos al Río Blanco o, como su principal manantial,  “Río de la Fuente del Berro”. Aguas abajo produce la bella Cascada Batida de Calomarde, antes de donar sus aguas al Guadalaviar. 



La pista bajo las paredes del Alto de La Piedra, penetra en el Cañón de los Arcos junto al Moricacho de la Hoz, monolito rocoso con abrigo o cueva abierta para refugio del ganado.


Llegamos a la Presa de los Ahogados Joaquin Lozano y Pedro Lahuerta, en 1876, al intentar cruzar el río durante una tormenta, los arrastró la crecida muriendo ahogados; la yegua que les acompañaba tuvo mejor suerte y sobrevivió.


Seguimos un tramo con el rio vallado, 





cruzándolo en la bifurcación por bloques de piedra, 


llegamos a la zona de las pasarelas; salvamos el cauce con juncos creciditos 


por la primera junto al Barranco de Morte, 



tomamos altura 


observando un grupo de ciervos corretear por la Loma de las Cuevas de Las Pisadas.



Llegamos a un cruce de pasarelas y un abrigo rocoso, 


seguimos a la derecha; pasada la poza, comienzan los saltos de agua; 




llegamos a Puente Toba, 




puente natural de rocas sedimentarias, 




formadas por la precipitación del carbonato cálcico disuelto en el agua.



En el año 1990 fui pionero en esta sierra, dando que hablar en Albarracín por las rutas que hice durante dos meses de verano, una de ellas fue esta; marché las dos veces por el cauce del río, volviendo por carretera al área recreativa, la segunda, con mis dos hijas y una pareja de amigos con su perro.




Pasamos dos saltos juntos de agua 


y la segunda pasarela, 



volvemos a ascender por un tramo aéreo



 descendiendo a la tercera, 



cruzamos un puente pasarela primero, 



por la cuarta pasarela cambiando de margen; 



la quinta es la más larga, 



se halla con coloridas libélulas







 y preciosas mariposas.




Se abre el cañón a un pinar, el sendero junto al río se muestra bucólico, 


somos los primero en pasar, ya que voy cortando los hilos que han tejido las arañas entre árboles; hemos salido temprano por el calor.


 Llegamos a una variante (Ruta del Puente de Toba), 




cruzo por las piedras el río para acercarme al Molino de Abajo, 


aún se conserva la presilla de un metro que le derivaba el agua. 


Pasamos por un pequeño canchal 


y vemos un espantalobos, sacudiendo sus ramas suenan las semillas del interior de sus saquitos, 



dejamos una poza



 y cruzamos el río 


para llegar al Molino de Las Pisadas, 


nos recibe una lagartija somnolienta 


junto a las ruinas de la Tejería, 


donde los vecinos de Frías, adquirían las tejas curvadas árabes para construir o reparar sus viviendas. 


En el proceso de mezclar la tierra arcillosa con la arena, precisaba del molino que actúa como un mortero gigante, la amasadora para hacer el barro, el agua, la “galletera” o molde para darle forma, el secadero y finalmente el horno para cocerlo.


Poco más adelante se encuentra el pajar, única construcción que mantiene parte de la techumbre, 




por último el Molino de las Pisadas, donde pervive la balconada, 


los restos de la muela 


y esta leyenda: Cuentan que en Calomarde vivía un pastor de cabras. Un día, haciendo caso omiso a las advertencias de los lugareños, entro con su rebaño en el  “El bosque del diablo” zona de pinos  gigantescos y rocas escarpadas, al poco las cabras comenzaron a huir como locas en todas direcciones; 


de la parte más oscura del bosque, salían unos extraños resplandores con fuerte olor a azufre, apareciendo el diablo presa de la ira; echó a correr el pastorcillo como el rayo, pero detrás de él corría el diablo lanzando tremendos rugidos, hasta que cruzó el río; 


el pastor contó en el pueblo la persecución de que fue objeto por parte del maligno, aunque nadie le creyó, cambiaron de opinión al ver en la roca las huellas de pisadas del mismísimo diablo.


Continuamos por pista llaneando, nos encontramos con un todoterreno enlodazado, participando en su rescate, 



llegamos hasta la Fuente del Berro, 


en la confluencia del Barranco de la Mentirosa de Muela y el de las Casas de Frías, 


para darnos la vuelta. Desde el Molino de Las Pisadas hubiese sido mejor para no acalorarnos a la vuelta.

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