Los Molinos Mediterráneos se clasifican en tres tipos,
dependiendo de las formas de las aspas; el molino característico de Cartagena,
lleva un eje atravesado por cuatro pares de varas, que sostienen cuatro velas
triangulares. Dentro de los molinos cartageneros los hay de cuatro tipos según
su uso.
El tipo harinero cuya finalidad es la molienda de cereales,
situado en espacios elevados y diáfanos de edificaciones; su altura oscila
entre 6/8 m, alberga tres plantas unidas por escalera de caracol adosada al
muro interior, en la superior se ubican dos grandes piedras de moler y la
maquinaria, suele tener dos puertas enfrentadas en la planta baja; su
estructura está hecha generalmente de piedra caliza, con mortero de cal y
arena; el diámetro interior, va aumentado conforme toman altura. Otros: molinos
de pozo y con rueda de arcaduces y molinos salineros.
Los molinos harineros de viento abundan desde Cartagena
hasta el inicio de la Sierra de Carrascoy. La falta de corrientes de agua
obliga al uso del viento para moler el grano. Su característica principal, y lo
que los diferencia de otros molinos de viento en España, es la utilización de
la vela latina en vez de aspas rectangulares.
En el siglo XVIII por el incremento de la población
cartagenera, ligada a la creación de numerosas estructuras civiles y militares,
hubo demanda de molinos; ya por el año 1755, Cartagena contaba con 74 molinos
de viento. Desde el último tercio del siglo XIX hasta la segunda década del
siglo XX, se popularizó el molino de arcaduces y hubo un resurgimiento debido
al auge de la minería.
El uso de los nuevos motores de vapor y explosión en el
siglo XIX y la progresiva electrificación del medio rural, irán haciendo que
desaparezcan.
Según el censo de los molinos de viento en el término municipal
de Cartagena, en 1973 quedaban 154 molinos de viento. Gran parte fueron
construidos entre los siglos XVIII y XIX, la mayoría se encuentran en estado de
ruina debido al desuso, a pesar estar protegidos como BIC.
Del 60% de los molinos solo queda la torre y muchos son de propietarios
privados;
para perpetuar el legado histórico que la cultura popular nos ha
brindado, habría que hacer un estudio de viabilidad sobre las posibilidades
etnográficas, comerciales y turísticas en cada caso; bien sea usándolos como
tiendas de productos camperos, alojamientos rurales o como parte de las rutas
culturales propuestas por los ayuntamientos.
Descripción de la ruta:
Accesos: Desde Cartagena por la RM-332 a Mazarrón, pasando de
Molinos Marfagones a Tallante. En mi caso fue desde el Puerto de Mazarrón por
el alto de Cuesta Blanca.
Salgo pedaleando al alba poco antes de las 7 h y con 24°; desde
la Venta del Buen Descanso en Tallante dirección Cartagena,
tomo la pista anexa
a la carretera hasta la rotonda hacia Perín; por asfalto sigo la vía pecuaria
Colada de Perín.
Las vías pecuarias eran caminos trazados durante la Edad
Media, usados por las cabañas trashumantes de ganado en los desplazamientos
cíclicos que realizaban, aprovechaban
los pastos de la sierras del norte y centro peninsular durante el verano,
mientras que en invierno, se trasladaban hasta las cálidas tierras del sur.
Tras un repecho desciendo a Perín,
localidad conocida por la
tradicional “Subida del Burro” en sus
fiestas patronales, basada en la leyenda de izar un burro al campanario, para
comerse las malas hierbas que afeaban la iglesia parroquial, tras su
construcción por los vecinos del pueblo. Hoy día se le alza pero hecho de
cartón, que pesa menos, y no se le hace pasar un mal rato al animalico, sobre
todo si tiene vértigo.
Tuerzo a la izquierda rodeando la plaza de José Martínez
"El Moro", con la Parroquia de Nuestra Señora de la Piedad, edificada
sobre una antigua ermita (año 1600, según la tradición oral, servía también
de cementerio parroquial).
Hago un alto en Los Balanzas para ver el Molino de
Perín, mejor dicho, su torre.
Admiro mientras amanece el Acueducto de Perín,
construido
por la Mancomunidad de los Canales del Taibilla en 1945, para transportar el
agua a Cartagena.
En el cruce de La Corona, se ubica el Molino de La Corona, según
el tío Ginés, el día de su inauguración molió peladillas. Su torre se mantiene
en aceptable estado de conservación.
Dejo la RM-E26, por la izquierda continuo unos metros por la
RM-E22, virando a la izquierda en el primer cruce, me planto en el Molino
Zabala;
en el año 1986 arrió sus velas por última vez; a veces su dueño lo pone
en marcha, quizás para mantener viva tradición de seis generaciones de
molineros. Su productividad máxima con buen viento y moliendo de noche era de
500 kg diarios.
Junto al molino e halla un aljibe rebajado de planta
circular, con cúpula de casquete y brocal de planta cuadrada; los brocales se
cerraban con puertas ciegas, al agua se le añadía frecuentemente una pequeña
adición de cal, para impedir que se desarrollen larvas de mosquito. La
capacidad de los aljibes del Campo de Cartagena, rara vez superan los 50 m³ y
su sistema de extracción consta de una
garrucha metálica y roldana de madera.
De vuelta al asfalto, en pocos metros, junto a un recinto
con torre,
viro a la izquierda por la pista de Los Agüeras, rodeo de bajada otro aljibe,
cruzo la Rambla
de Peñas Blancas del Ladrillar,
llaneo por una plantación de algarrobos, muy
resistentes a la sequía, con sus semillas se obtienen derivados empleados por la
industria alimentaria como aditivos naturales.
Sin pisar la rotonda cambio de dirección por la derecha,
cruzando lo más recto posible la segunda rotonda de Cuesta Blanca de Abajo,
para entrar a ver el Molino del Tío Jarapa;
se encuentra en muy buen estado de
conservación.
Es uno de los cuatro (Zabala, Perín y Corona), que Juan Antonio
Madrid Agüera construyó para cada uno de sus hijos.
Nada más salir a la RM-332 dirección Cartagena, giro por la
izquierda hacia la Magdalena por la RM-E16;
en San Isidro,
al lado de la
Iglesia parroquial de San Isidro Labrador,
se encuentra el Molino de Juan
Tomillo o de San Isidro,
aunque tuvo otros dos nombres: Molino de la Tía María la
Huertana y Molino de la Tía Jarapa. Solo se conserva la torre.
Cruzo la población entrando por el primer cruce a la
izquierda, hago un tramo por la Rambla de Benipila rodeando una granja porcina;
salgo a la derecha por pista polvorienta pasando el caserío de Los Díaz.
En Los
Sevillas disfruto de la estampa de otro tiempo, que representa la visión del
Molino del León y su entorno agrícola, la pareja de edad avanzada propietarios
de la vivienda, se encuentran partiendo almendras, mientras despotrican contra
la Autopista de la Mediterránia de al lado que les hace la puñeta.
Me dicen que
se sienten olvidados y poco valorados, les comento que mi visita al molino, se
debe precisamente, a darle la importancia que se merecen nuestros mayores y sus
creaciones (molinos, aljibes, pozos artesianos, lavaderos, norias, almazaras,
acueductos…), con este reportaje, documentado gracias a los aportes de personas
y asociaciones, que luchan por conservar la memoria histórica del Campo de
Cartagena y sus gentes. Vaya para todos ellos mi gratitud.
De vuelta, antes de cruzar bajo la autopista, llama mi
atención las ruinas de una antigua noria de tiro (o de sangre)
consta de tres
partes: un pozo, un juego de dos ruedas engranadas y una plataforma circular.
Suelen estar acompañadas de una alberca o balsa para almacenar el agua antes de
su distribución. El animal iba uncido a la pértiga (“malacate”) que mueve el
eje de la rueda de tracción, tirando en círculos sobre una plataforma llamada
“andén”.
Cruzo la Rambla de Los Puertos, tomando por la derecha en el
cruce,
es la vía pecuaria Colada Cuesta Blanca, paso junto a una tapia con
alberca,
tuerzo a la izquierda, siguiendo el Sendero Santa Bárbara a la Ermita
de Los Puertos;
junto a Los Cachuchas,
me acerco a ver, rodeado por la valla de
propiedad privada,
el Molino de Santa Bárbara.
En el cruce siguiente bordeo la Ermita de Los Puertos por la
derecha,
entro en la Rambla de Casas Nuevas,
cruzo el puente de la Autopista,
veo en las Casas del Molino, el Molino de Casas Altas,
un cartel me recuerda
que voy por el PR-MU 107 Sendero de Tallante, cuya estrella es el Garbancillo
de Tallante (Astragalus nitidiflorus), habitante de suelos tipo volcánico y
endemismo cartagenero sin par.
En el cruce de la Casa de Los Almendros en ruinas,
tomo
brevemente dirección a Las Escaveas,
giro enseguida a la derecha por pista de
tierra (Camino Ranova), entre almendros dispersos;
entro en Las
Palas, con restos arqueológicos pertenecientes a las épocas romana y árabe. Callejeando,
consigo alcanzar el Molino de Salustiano Salinas,
rodeado por un seto, solo
conserva la torre encalada.
Cerca del mismo se encuentra el Molino de los
Mayordomos (torre bien y maquinaria que amenaza ruina).
Vuelvo a la carretera RM-E34; antes de ascender el puente
sobre la Autopista de la Mediterránia, por la izquierda, una pista me acerca a
la Casa de la Moruna, desde donde salvar la autopista en dirección a Tallante. Giro
a la derecha por la Rambla del Derramador, para hacer una rotonda que casi
invierte el sentido de mi marcha, tomar a la derecha
una pista asfaltada al Molino
de Subiela (Casas del Molino);
la maquinaria está destrozada como el resto de
componentes.
Vuelvo atrás de nuevo, en carretera tuerzo esta vez a la derecha
por pista estrecha y asfaltada, dando un pequeño rodeo, para intentar ver el
privado Molino de Molero Pérez;
conserva solo la torre.
Entro en Tallante cerrando
un track para el recuerdo, aunando deporte, naturaleza, cultura e historia.
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