Aparcamos a la
entrada al pueblo (viniendo de Teruel) donde montan un mercado los fines de
semana 40°24'30.90"N
1°26'18.98"W.
Salimos desde el
Molino del Puente
y la Cafetería “El gato” por la derecha.
“El Molino del Puente situado en un lugar estratégico de
comunicaciones y bien abastecido por las aguas de la acequia Molinera fue el
más importante de Albarracín con tres muelas andantes y volantes y con dos
casas”.
En la esquina izquierda está la Oficina Comarcal de Turismo,
donde disponemos de la información necesaria; ascendemos enfrente a la altura
de un bajo/librería,
por la empinada Calle Bernardo Zapater (Antigua Cuesta de
Teruel), pasaremos al lado del antiguo colegio de Escolapios (actualmente Hotel
Arabia), con la iglesia dotada de espadaña con dos
campanas.
A continuación, a la derecha, junto a las primeras casas, se
puede observar el arranque del desaparecido hace un siglo Portal de Teruel,
después la casa noble de los Dolz de Espejo, datada entre los siglos XV y XVI,
y enfrente la casa de la Brigadiera (hoy transformada en el Hotel Albarracín).
Nos adentramos en la calle Azagra, enfrente la casa noble de los Navarro de
Arzuriaga (“la casa azul”),
originariamente construida en el siglo XVII,
destaca su torre-lucenario y sus bellas escaleras.
En la bifurcación, a la derecha, seguimos por empinada cuesta
la Calle del Chorro,
nos desviamos por la Calle Subida de las Torres,
sus escaleras
nos dejan cerca de la muralla;
desde el Hotel Albanu Racín, descendemos
junto a
la fachada de la Iglesia de Santiago, destacable por su alta torre de cimientos
en la propia roca.
Seguimos la Calle de Santiago a la derecha, en el nº 17, nos
maravillan cuatro enrejados de forja junto a la Casa de la julianeta,
cojitranca y cabezona,
sita en el Portal de Molina (de él partía el camino que
iba a la Molina de Aragón); sus ventanucas impedían la entrada del frío, los
sobresalientes aleros, le proporcionan cierta amplitud a sus reducidas
dimensiones.
Cambiamos de dirección por la estrecha Calle del Portal de
Molina, dejamos atrás la Casa-Museo Albarracín (siglo XVII),
pasamos el Portal
del Agua, por aquí se bajaba a coger agua del río Guadalaviar, se conserva su
arco y una torre adosada al recinto interior que lo defendía.
Entramos en la Plaza Mayor y su Ayuntamiento, torcemos a la
derecha por la Calle de la Catedral; tras la Casa de Los Monterde, se abre
una plazoleta con el Museo Diocesano
y
vistas de la muralla;
seguimos al mirador;
cambiamos la
Calle Sta. María por la del Salvador, para ver en la Plaza del Aseo
la Catedral
del Salvador, se asienta sobre los restos de un antiguo templo románico (siglo
XII).
A principios del siglo XVIII se reformó el interior del templo con
elementos barrocos, aunque la torre es renacentista.
Llama nuestra atención una
antigua reja de hierro
y el sumidero artístico;
nos asomamos a la hoz que forma
el río Guadalaviar
y volvemos para descender y realizar su paseo ribereño, a
través de una senda que permite recorrer el meandro que forma dicho río sobre
la ciudad de Albarracín.
Desde el aparcamiento
seguimos la pista por la izquierda,
llegamos al Molino del Rey,
comprado por el ayuntamiento para construir una piscifactoría,
nos cruzamos con la pareja de antiguos propietarios, les pregunté por mi
antigua casera Maruja “la del puente” y ¡aún
vive!; alquilamos dos años seguidos en julio de 1990 y ya tenía muchos años.
Cruzando
por debajo, a través de sendero vamos fresquitos por el margen del río,
vislumbrando entre alameda, chopera, trepadoras y frutales, saltos de agua y pequeñas
huertas conectadas por puentes de madera.
A la luz de la luna llena estival, la princesa Doña Blanca baja de su torre para darse un baño aquí.
En Huerta Vieja, ascendemos por
unas pasarelas con vistas al bosque de ribera;
se abre el cañón con el pueblo y
sus murallas al fondo,
unas norias mueven el agua de sus canales de riego
en las abancaladas huertas bajo los escarpes.
Una vez cruzado abajo el Puente de Los Carneros,
tras un
repecho, llegamos al puente colgante del Parque,
continuamos por la izquierda
en ascenso,
incorporándonos a la carretera, para recibir nuestra recompensa:
tomar cecina sentados en la Plaza Mayor
de Albarracín;
una banda musical en plena actuación,
hace que sigamos por la Calle
Azagra, algunos tejados casi se incrustan en las ventanas de enfrente, creando un
ambiente penumbroso y de misterio.
En el Casino dimos buena cuenta del tapeo
cervecero;
descendemos las escaleras por la calleja del Postigo;
conducen a la
salida del túnel de la carretera
Comentarios
Publicar un comentario