Un cartel nos indica la ruta tradicional de la zona, (hecha
dos veces a lo largo de los años), ahora realizaremos una variante.
Nos
dirigimos hacia la iglesia parroquial de San Juan Bautista (siglo XIII), destaca
su torre campanario adosada al muro,
se le añadió la sacristía, protegiendo la
entrada con un pórtico pétreo de triple arcada sobre pilares.
Las casas de Iribas son muy grandes, de piedra, con cubierta
a dos aguas y entradas en arco, fachadas con
balconadas;
la planta alta se destina a vivienda; en la baja se instalan
siempre graneros y establos, a veces talleres, lagares y ferrerías.
En la Edad del Hierro se crearon los castros, en el medievo
los caseríos, como parte de una comunidad más amplia: la aldea.
En la
actualidad no existe ningún caserío de más de 500-520 años.
Hasta entonces sólo
hubo cabañas. La paz social impuesta por los reyes a sus señores feudales,
la
instauración del mayorazgo, donde el primogénito varón heredaba la propiedad, asumiendo
el nombre de la casa y la responsabilidad de dar continuidad
(el resto de hijos varones de la familia, se
vieron forzados a emigrar o trabajar para el hermano mayor; la administración
del caserío solía correr a cargo de las mujeres de la familia),
la tecnología
en carpintería (de armar el esqueleto en roble de los maestro suabos del sur de
Alemania) y cantería importada de Europa, propiciaron el florecimiento del
caserío moderno.
A la salida del pueblo, junto al paso canadiense,
descendemos entre avellanos
al vallecillo que conforma el cauce seco,
comprendido entre el sumidero Ertzilla y el renacimiento del río Larraun
(Antiguamente río Lecumbegui y ahora Ercilla en su primer nacimiento).
Pasamos junto a
la sima Lezegalde, protegida por murete de piedra circular, conocida como cueva
de Iribas, forma un conjunto de galerías y bóvedas que el río Ertzilla excavó
tras sumergirse por el sumidero Erzilla. Requiere material de espeleología.
En el cruce, seguimos pista a la izquierda dejando atrás la
depuradora;
cambiamos de dirección por el ramal de la izquierda, entre praderas
de siega y cultivos forrajeros, con setos de fresnos y avellanos tomando altura
progresivamente,
la pista, en muy buen estado, nos lleva a la Borda de Urtxume
con chabola de pastor,
continuamos por la izquierda entrando en un profundo
hayedo de fustes rectos,
con abundantes sumideros que denotan la morfología kárstica
de la zona.
Vemos una manada de Jacas Navarras,
nos dan paso junto a una
charca;
pasada la misma, torcemos por pista en desuso a la derecha cambiando de
dirección, jalonan el camino embarrado, algunos viejos castaños afectados por un
hongo microscópico, el “Phytonthora cambivora”,
produce en los troncos unas
manchas parecidas a la tinta, al reaccionar el tanino de los tejidos destruidos
con las sales del hierro del suelo;
la frondosidad de la masa forestal impide
la entrada de luz solar.
El sendero invadido por la vegetación, desemboca en la
pista a la Borda de Juan.
Enfrente de su portilla seguimos por sendero
entre abetos jóvenes de Douglas o pino de Oregón,
importados para nutrir al
sector maderero al igual que el eucalipto, pinus radiata, roble americano
(Quercus rubra), castaño japonés (Castanea crenata) e incluso secuoias (Secuoia
Sempervivens).
Dejamos la pista
por una senda en acusado descenso por un prado
hacia el paredón rocoso
donde nace el manantial de Aitzarreta que origina
el río Ertzilla y Basakaitz (bajo el pueblo de Iribas, a través de varios
manantiales formando el nacedero del río Larraun),
es una de las muchas
filtraciones del agua en suelo calizo, que desaguan en los nacederos como este
de Iribas.
Vemos una toma de agua para Lecumberri
y las ruinas de un viejo
molino harinero, funcionó hasta principios del siglo XX, moliendo trigo y maíz
para los habitantes de Iribas y Baraibar
(ya que desde el siglo XVII el Molino Alliko
Errota o Molino de Alli, abastecía de harina a todo el valle de Larrau. Desde 2017
el Molino de Alli es una Casa Rural alquilable).
Las gentes del entorno se
dedicaban a la agricultura cultivando legumbres, patatas, habas…, a la cría de
ganado lanar, caballar y vacuno; cazaban jabalíes, corzos, liebres… y pescaban
truchas.
Retrocedemos unos 200 m, giramos a la derecha por las campas
de Aiztondo paralelos al Ercilla,
el sendero arbolado nos permite ver en el
fondo del cauce, las ramas acumuladas del sumidero, donde desaparece el río
tras 1 km.
Salimos a la pista de Sarbil que hicimos de ida, la seguimos por la
izquierda de vuelta a Iribas.
Comentarios
Publicar un comentario