Senda del Pilar-Molinos de Quintín y Calcetera-Punta de Algas-Salinas de Coterillo-Torre del Coto-Senda de los Tarays
Pedaleamos rambla arriba por la Senda del Pilar,
giramos a
la izquierda junto a la Autopista de la Mediterránia,
transitamos paralelos a
la misma un trecho;
la estrecha carretera de la Capellanía
nos deja en una
bodega, por la derecha a la rotonda, donde seguir por carril bici
desde Los
Imbernones al Molino de Quintín en San Pedro del Pinatar;
del Molino Quintín y
Playa de la Mota, que separa las salinas del Mar Menor, pedaleamos por una
estrecha barra de tierra
sometida con masiva afluencia de visitantes, debido a
la proximidad de áreas urbanizadas y a su ubicación junto a la zona de
"baños de lodo".
El lodo es sacado del fondo de la charca; tiene un
color gris oscuro y consistencia cremosa, se frota por las diversas partes del
cuerpo y una vez seco hay que bañarse en la charca salada.
Se ha demostrado su
eficacia en personas que sufren dolores crónicos y para diversas enfermedades
cutáneas.
Es frecuente ver espumas cargadas con partículas de sal,
sobretodo en días de viento en el camino al Molino de la Calcetera (o
Ezequiela);
llegamos a Punta de Algas concretamente en Los Escull;
ubicado en
la zona de las Encañizadas -Son cañas clavadas al fondo, en forma de laberinto
donde los peces se quedan atrapados-. Las encañizadas de la Torre y el
Ventorrillo, tienen cada una un edificio de dos plantas para auxiliar las
labores de pesca y albergar al personal (de acceso con embarcación).
Retrocedemos un tramo para seguir un paso arenoso por el
cordón dunar,
va sorteando charcas y bordeando las salinas,
las gaviotas
intentan echarnos de su zona de anidamiento,
volando bajo nuestras cabezas y
emitiendo graznidos estridentes.
Atravesamos el saladar con vegetación
esteparia, un suelo cargado de sales, que además se encharca durante una parte
del año y nos obliga a marchar con cuidado.
En verano, al evaporarse el agua
del suelo, las sales son arrastradas hasta la superficie, donde son depositadas
formando la típica costra salina blanca.
El Parque Regional de los Arenales y Salinas de San Pedro
del Pinatar, un espacio protegido de la Región de Murcia,
es un humedal con
arenales, un puerto y unas salinas en explotación situado en la parte norte del
Mar Menor.
En el parque se pueden encontrar diversos ecosistemas locales:
estanques salineros, pinar, carrizal, saladar, dunas y golas o encañizadas.
En
1998 fue designado como ZEPA y es Lugar de Importancia Comunitaria, formando
parte de la Red Natura 2000.
Tras empujar la bici en algunos tramos arenosos, salimos
junto a la alambrada de las Casas de Cotorrillo en ruinas,
junto a las Salinas
de Coterillo; en el siglo XVIII se construye un muelle de la sal, en 1879 la
sal deja de ser monopolio del Estado y salen a la venta, en 1880 el empresario
gallego Manuel García Coterillo las compra (salinas de Coterillo).
En 1905 una
Mancomunidad las adquiere y amplía sus instalaciones, construyendo los dos
molinos de viento: el de Quintín y el de la Calcetera (o Ezequiela), así como
el camino que los comunicaba. Desde 1920 la compañía mallorquina Salinera
Española S.A. es la actual propietaria.
El carril bici
pasa frente al Centro de Visitantes las
Salinas, circunvalando parte de las charcas salineras;
la vegetación sumergida
está compuesta por tapetes de cianofíceas, por bacterias y algas
unicelulares como la Dunaliella, responsable del color rojizo del
agua.
A la Dunaliella salina se la conoce por su actividad antioxidante,
usada en cosméticos y en suplementos nutricionales como productora de
beta-caroteno.
Llegados al aparcamiento de El Salero,
cruzamos primero la
carretera y giramos por la derecha hacia la Playa de La Torre Derribada, rodando encima de los tableros de acceso;
la escasa fertilidad de los suelos
arenosos, las pequeñas gotas de agua cargadas de sal y arrastradas por el
viento, hacen solo posible la adaptación de las plantas halófitas, bien por su
tolerancia o excretando el exceso de sal. Los pinos carrascos se muestran
tumbados por este motivo.
Torcemos a la izquierda pasado el primer tramo de la
pasarela sin llegar a la playa;
las dunas y arenales costeros están delimitados
con barreras y vallas,
para no salirse de los recorridos disponibles,
habiéndose cerrado el paso por la pista, desde El Mojón al observatorio de aves
de la Charca del Coterillo, situados en la Torre del Coto (observatorio);
comprobamos
por enésima vez, que las aves acuáticas del Charco de Coterillo (única zona de
las salinas que no se dedica a la producción de sal),
si las hay, están siempre
muy alejadas del observatorio.
De vuelta al aparcamiento de El Salero, cruzamos otra vez la
carretera, sin paso de cebra, para continuar el carril bici hasta la rotonda;
nos unimos al sendero del otro margen, cruzamos el puente sobre el canal
perimetral que protege las Salinas
y cogemos la Senda de los Tarays hasta el
Mojón;
un cartel nos recuerda que el taray, además de usarse en la antigua
Persia para hacer varitas mágicas, tiene la peculiaridad de excretar por sus
hojas el exceso de sal.
En el kiosco bar nos tomamos un aperitivo,
antes de continuar
por el corto paseo marítimo de El Mojón;
dependiente del término municipal de
Pilar de la Horadada (Alicante), mientras la otra parte de la localidad
pertenece a San Pedro del Pinatar (Región de Murcia);
nuestra sorpresa al
encontrar el paseo de madera (por donde ahora mismo no pasa nadie) que lo une
con la Torre de la Horadada, está prohibido a las bicis, nos obligan a circular
por la ciclo calle (por donde si pasan coches),
encima cuando aparece un carril
bici hacia el paseo, tiene 25 metros y acaba junto al cartel de prohibición;
una chica que iba en bici delante nuestro, me dice que no se le hace mucho caso,
pero seremos legales y nos volveremos por la ciclo calle al cercano coche, eso
sí mascullando en hebreo.
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