aparcamos el resto de los coches
en el aparcamiento de su embalse (con capacidad para cuatro vehículos).
Partimos 11 componentes del grupo Andarines Caminando por la
Vida, por la pista que rodea el embalse de Zapateros
con avistamiento de peces,
hacia el Cerro del Judío en la Sierra de Alcaraz; la ancha pista forestal se
empecina sin darnos tregua en ganar altura a partir del embalse, que remansa
las aguas de los Arroyos de las Crucetas y las Yeguas;
en 5 km, disfrutando de
las bajantes de agua arroyera,
tomamos a la izquierda en el cruce,
haciendo una
breve parada en el Collado de la Espinerica;
aunque nosotros descendimos 300 m monte
través
para enlazar con una trocha ganadera,
se puede tomar desde el mismo
collado y evitarnos un pequeño rodeo.
Avanzamos por la
vaguada
bordeando el Cerro de la Muela siguiendo la trocha; esta zona se
mantiene aún virgen y salvaje,
todo un placer para los sentidos;
dispone de un
arroyo con agua,
aunque no es lo normal, ahora baja provocando saltos de agua y
desbordamientos,
tomando a veces nuestro camino;
hallamos varios ejemplares de un
grillo de monte, hembras de Picnogaster inermis por su largo apéndice posterior,
es el ovopositor con el que 'inyecta' los huevos bajo tierra, este insecto
pertenece la familia de los ortópteros, habita en sabinares y pastizales entre 1.800 y 2.200 m de altitud,
aunque es un
endemismo de Sierra Nevada y las vecinas Sierras de Baza-Filabres, también se
encuentra en la Sierra de Alcaraz, a pesar de que no cuenta con alas y su
camuflaje de tonos oscuros, le hace destacar sobre la hierba verde perjudicándole
en primavera frente a sus depredadores.
Pasamos junto a una isla de choperas de gran tamaño,
rocas
erosionadas
y pinos majestuosos; la vegetación circundante de matorral
mediterráneo,
combinada con el encinar y pinar,
se ve alterada ahora por una
pequeña plantación de cerezos junto a las ruinas de un cortijo,
suponemos que sus
antiguos habitantes fueron responsables, de que ahora estemos tomando el
mantente junto a ellos,
escuchando el sonido del cercano arroyo, tendidos en un
suelo tapizado de verde y respirando un aire puro con aromas primaverales;
aunque llevamos dos horas y media en 8 km de ruta, el tiempo se ha detenido aquí
y congelamos este momento para revivirlo después.
Proseguimos embelesados con el paisaje disfrutado de la
magia del lugar, sin sufrir la dureza del trabajo y aislamiento que somete la
Sierra a las gentes que poblaron estas latitudes; desde un depósito circular de
agua, comenzamos a buscar el vadeo del Río Angorrilla,
lo hacemos poco más adelante
de la unión con el arroyo que traíamos;
salimos a la pista en el Valle del Angorrilla;
transcurre paralela al río entre pinos, choperas y encinar,
donde andar es un
auténtico placer, acompañados por el único sonido de algún salto de agua del
Angorrilla;
el valle se ensancha en el Cortijo de Andrés y su nave ganadera,
donde confluye el Arroyo de las Torcas;
esta vez solo vemos a los choticos,
el
resto del ganado se halla pastando acompañados de los perros, en el interior
han quedado las gallinas;
dejamos en curva las ruinas del Cortijo de la Blanca;
la pista (Cañá la Verea) se halla ligeramente embarrada con charcas ocasionales;
cruzamos el puente de la Cañá la Verea sobre el río Angorrilla bajo el
restaurado Cortijo del Turrero.
Ascendemos en poco más de 2 km al Collado de los Chaparros
(14,5 km);
vamos en suave descenso bordeando el Pico Hondonero (1393 m) por
ancha y monótona pista forestal, en Los Poyos (Camino de Santiago) vemos la Fuente de las Albercas,
terminando con 470 m de carretera al aparcamiento.
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