Partimos 6 Andarines Caminando por La Vida,
siguiendo la
pista del PR-MU 94
hacia la finca de los Ginovinos, de 115,90 hectáreas; desde el 2010 la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Murcia, viene
realizando trabajos de recuperación, mantenimiento y repoblación de pino
carrasco,
así como poda, refaldeo y entresaca de madera; antaño las labores agrícolas
propias de la finca fueron cultivos de olivos, algarrobos y almendros.
Pasamos junto a la puerta, para evitar el acceso de
vehículos no autorizados a la finca municipal,
vemos el cartel de designación
como ZEPA, relativa a la conservación de las aves silvestres, por cumplir los
criterios numéricos para la especie Búho real (Bubo bubo);
descendemos hacia la
casa de aperos;
tomando la dirección hacia el Aljibe por el Castellar en el
cruce,
la pista se hace sendero cruzando la Rambla de Herradores, objetivo de
esta ruta;
ascendemos a una pista en desuso,
aquí abandonamos por la izquierda el
PR-MU 94 que se dirige hacia la Loma del Retamonar, al final de la pista, toca
descender monte través
al cauce de la rambla.
Se nos presenta con abundante matorral,
saltos de cierto
desnivel
y mucho árbol caído; sin pasos definidos hemos de ir improvisando;
eludiendo por la derecha un corte con pendiente de cuatro metros,
descendiendo
bajo un farallón rocoso
de nuevo al lecho ramblero;
la maraña de ramas y rocas
nos hace dividirnos intentando salvar tamaño escollo,
resultando la opción
zurda la menos complicada;
con pequeños destrepes
continuamos peleando contra
natura, cuando aparece la primera valla, rota como no podía ser de otra manera “las
ramblas son propiedad del agua que las recorre”.
Se va pudiendo caminar con cierta soltura,
vamos calcando
los rodeos de la sinuosa trayectoria, eludiendo obstáculos a veces preciosos,
como una roca desprendida de su pared, cuyo relieve tan original atrapa nuestra
atención.
Cuando la monotonía se va apoderando de nuestro caminar,
aparece la segunda valla, se elude por un lateral;
vemos la escabechina que ha
hecho con una perdiz algún depredador, posiblemente el búho real que se
alimenta de conejos, roedores, insectos, ardillas, liebres, erizos, otras aves
como palomas, mirlos, urracas, perdices, córvidos, lechuzas o las grajillas.
Volvemos a ver los relieves rocosos tan extraños
y nuestra
primera poza,
poco más adelante, un enorme búho real me pasa unos pocos metros por
encima, sin darme tiempo a fotografiarlo bien,
ya que te quedas extasiado
contemplando su silencioso vuelo desde tan cerca; más adelante volveríamos a
cruzarnos con él con el mismo resultado.
Aparece la población de Cistanche phelypaea (jopo de
cordero, pijolobo, rabo de cordero, jopo amarillo y rabo de zorro), florece en
invierno, de febrero a abril; al carecer de clorofila no puede realizar la
fotosíntesis; como planta parasitaria, penetran en las raíces del hospedante
hasta localizar el floema (vasos liberianos encargados del transporte de
nutrientes), absorbiendo entonces la savia. Le gustan los terrenos arenosos o
salinos,
como pudimos comprobar más adelante, en formaciones salinas junto a
las aguas rojizas
ricas en mineral de Halita, procede de la palabra griega hals
(sal) y lithos (piedra), vieja conocida mía de la Rambla de Librilla.
En la desembocadura de la Rambla de Herradores en la de Los
Romos, una bandada de córvidos huyen espantados;
seguimos por la Rambla de los
Romos, con un hilo constante y continuo de agua durante todo el año;
lógicamente
aparece el barro; como ya me conozco esta compleja rambla,
vamos eludiendo por las
alturas el lecho encharcado;
es mucho más guapa que la de Herradores, pero menos transitable curiosamente, aunque
sea también mas ancha.
Vuelvo a ver intrigante circulo de piedra (sigo sin saber
si es de naturaleza artificial)
y un trozo de mineral de Halita,
antes de
abandonar la rambla
monte arriba
en busca del coche.
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