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PR-MU 94-Ginovinos-Rambla de Herradores-Rambla de Los Romos


Accedemos desde la Costera Sur (RM-301), pasando por Torreguera y Los Ramos, en dirección al Puerto de San Pedro y Sucina; salimos por la rotonda al Cabezo de La Plata (RM-F56), pasado el mismo, dejamos un vehículo junto al Camino de Los González (37°57'43.34"N  1° 0'11.04"W), continuamos con los otros dos hacia el Collado de Los Ginovinos; en 4,6 km aparcamos en una pequeña explanada de la carretera al inicio del sendero (37°55'48.69"N   0°59'59.92"W) en la Sierra de Altaona.


Partimos 6 Andarines Caminando por La Vida, 


siguiendo la pista del PR-MU 94 


hacia la finca de los Ginovinos, de 115,90  hectáreas; desde el 2010 la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Murcia, viene realizando trabajos de recuperación, mantenimiento y repoblación de pino carrasco, 


así como poda, refaldeo y entresaca de madera; antaño las labores agrícolas propias de la finca fueron cultivos de olivos, algarrobos y almendros.


Pasamos junto a la puerta, para evitar el acceso de vehículos no autorizados a la finca municipal, 


vemos el cartel de designación como ZEPA, relativa a la conservación de las aves silvestres, por cumplir los criterios numéricos para la especie Búho real (Bubo bubo); 



descendemos hacia la casa de aperos; 



tomando la dirección hacia el Aljibe por el Castellar en el cruce, 


la pista se hace sendero cruzando la Rambla de Herradores, objetivo de esta ruta; 



ascendemos a una pista en desuso, 



aquí abandonamos por la izquierda el PR-MU 94 que se dirige hacia la Loma del Retamonar, al final de la pista, toca descender monte través 


al cauce de la rambla.


Se nos presenta con abundante matorral, 


saltos de cierto desnivel 


y mucho árbol caído; sin pasos definidos hemos de ir improvisando; eludiendo por la derecha un corte con pendiente de cuatro metros, 


descendiendo bajo un farallón rocoso 


de nuevo al lecho ramblero; 


la maraña de ramas y rocas nos hace dividirnos intentando salvar tamaño escollo, 


resultando la opción zurda la menos complicada; 


con pequeños destrepes 


continuamos peleando contra natura, cuando aparece la primera valla, rota como no podía ser de otra manera “las ramblas son propiedad del agua que las recorre”.


Se va pudiendo caminar con cierta soltura, 


vamos calcando los rodeos de la sinuosa trayectoria, eludiendo obstáculos a veces preciosos, 


como una roca desprendida de su pared, cuyo relieve tan original atrapa nuestra atención.


Cuando la monotonía se va apoderando de nuestro caminar, 


aparece la segunda valla, se elude por un lateral; 


vemos la escabechina que ha hecho con una perdiz algún depredador, posiblemente el búho real que se alimenta de conejos, roedores, insectos, ardillas, liebres, erizos, otras aves como palomas, mirlos, urracas, perdices, córvidos, lechuzas o las grajillas.


Volvemos a ver los relieves rocosos tan extraños 


y nuestra primera poza, 



poco más adelante, un enorme búho real me pasa unos pocos metros por encima, sin darme tiempo a fotografiarlo bien, 


ya que te quedas extasiado contemplando su silencioso vuelo desde tan cerca; más adelante volveríamos a cruzarnos con él con el mismo resultado.





Aparece la población de Cistanche phelypaea (jopo de cordero, pijolobo, rabo de cordero, jopo amarillo y rabo de zorro), florece en invierno, de febrero a abril; al carecer de clorofila no puede realizar la fotosíntesis; como planta parasitaria, penetran en las raíces del hospedante hasta localizar el floema (vasos liberianos encargados del transporte de nutrientes), absorbiendo entonces la savia. Le gustan los terrenos arenosos o salinos, 



como pudimos comprobar más adelante, en formaciones salinas junto a las aguas rojizas 


ricas en mineral de Halita, procede de la palabra griega hals (sal) y lithos (piedra), vieja conocida mía de la Rambla de Librilla.





En la desembocadura de la Rambla de Herradores en la de Los Romos, una bandada de córvidos huyen espantados;


seguimos por la Rambla de los Romos, con un hilo constante y continuo de agua durante todo el año;




lógicamente aparece el barro; como ya me conozco esta compleja rambla, 


vamos eludiendo por las alturas el lecho encharcado; 






es mucho más guapa que la de Herradores,  pero menos transitable curiosamente, aunque sea también mas ancha.



 Vuelvo a ver intrigante circulo de piedra (sigo sin saber si es de naturaleza artificial)



 y un trozo de mineral de Halita, 



antes de abandonar la rambla 


monte arriba 



en busca del coche.


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