Cruzamos pedaleando Puntas,
dejamos atrás las playas de
Calnegre y Parazuelos, la Casa Colorada” (en los años 80, fue residencia de
verano, del entonces Presidente del Gobierno Felipe González); entramos en la
Playa de Parazuelos, para ver los soportes correspondientes al embarcadero de
mineral de la vía férrea, construidos para cargar el hierro en barcazas y
llevarlo hasta barcos de vapor.
Ascendemos por la
carretera RM-D21, con vistas de dos mares, el natural y el de plástico, para
seguir en la medida de lo posible, el antiguo trazado ferroviario.
La
revolución industrial del siglo XIX en Europa en convierte a Francia e
Inglaterra en los principales consumidores de metales. España suministra gran
cantidad de materias primas; el Sureste español cobra importancia cuando a
finales del siglo XIX las guerras carlistas dificultan la explotación de las
minas de Vizcaya.
Los invernaderos invaden el paso, pisteamos orillados por la
Rambla de Pastrana,
enfrente del trazado, que lo hacía hacia Los Llanos de Ifre,
bordeando el Cabezo de Pozo Negro.
Los yacimientos de hierro fueron objeto de intensa
explotación en las Sierras de la Almenara, Carrasquilla, área de Pastrana,
Sierra de las Herrerías y Lomo de Bas. Uno de los mayores problemas, además del
laboreo desordenado era el transporte a las zonas de embarque en la costa, trasladado
en carros a Parazuelos y a veces a
Águilas, lo que suponía un coste muy elevado.
En 1888 un ingeniero militar proyecta para la compañía
Morata Valle y Cía. una línea férrea que une las minas Bosque, en las
proximidades del Rincón de Oliva, junto al coto minero de La Positiva,
discurriendo
durante 15 km en su mayor parte por los márgenes de las Rambla de Pastrana,
hasta llegar a la playa de Parazuelos y a la Cala del Muerto; al inicio de la
playa conocida como Parazuelos,
el pequeño caserío tiene su origen en la
existencia de una venta de comestibles cuando funcionaba el embarcadero de
mineral de la vía férrea.
Cruzamos la rambla, pedaleando por el Camino de la Estación
de Pastrana, pasamos por el antiguo apeadero, cuyo nombre pervive al menos en
la vivienda particular,
continuamos por el antiguo trayecto cruzando la D-15,
ahora por asfalto rodeamos el Cabezo de Montejú; con la cueva del mismo nombre,
a la que los vecinos asocian un antiguo cuento de fantasmas.
Este recorrido se usaba para llevar de la
costa hacia Cermeño (Lorca) productos de contrabando. Los propios
contrabandistas divulgaron una historia de fantasmas para que el camino quedara
libre cuando iban a pasar; llevaban las mulas y
los burros con las herraduras al revés, para que pareciera que iban hacia la
costa;
vemos a nuestra izquierda la Rambla de Pastrana y a la derecha el
talud o trinchera del trazado minero.
La construcción se hizo con rapidez y se emplearon
materiales importados de Francia. A finales de 1894 la sociedad inglesa "The Morata Railway
and Iron Mines Cº ", se hizo cargo de la concesión por transferencia del
ferrocarril de las Minas del Bosque y Vulcano a la Playa de Parazuellos. La
explotación continuó hasta finales de los años veinte del siglo XX. El
desmantelamiento de la línea se produjo entre los años 1.941 y 1.943.
Entramos a la Rambla de Los Tórtolas, para ver los restos
del puente que salvaba la rambla; a unos 4 km, ascendiendo por su cauce, se
puede llegar a la Rambla de Los Loberos, donde sobrevive el 'garrobo' del Tío
Nené un algarrobo monumental con más de 400 años;
nosotros dejamos la rambla
para seguir el trazado bordeando invernaderos; cruzamos la rambla junto a los
tres grandes pilares,
que soportaban por medio de vigas de madera, el paso de los
vagones;
las avenidas que soporta la rambla, como seremos testigos presenciales
por la tarde, han inclinado el pilar central;
hacemos un alto para inspeccionar
la cabina de un barco atunero.
Enlazamos con la RM-D21, torcemos por la RM-D4 a Morata;
pasamos por el antiguo cine
y tomamos el plátano junto a su ermita,
construida
por los vecinos del pueblo, la actual se levantó a principios del siglo XX,
pero hay constancia documental, de que este templo dedicado a San Juan Bautista,
ya existía a mediados del siglo XVIII.
Llegamos al cruce con las Madroñeras,
ascendiendo por la Cuesta de Morata,
queda a nuestra derecha la Mina Positiva y
el Rincón de la Oliva;
torcemos donde se inicia la Ruta del Talayón,
accediendo
a un precioso valle escondido, a través del tajo en el Collado de Viquejos.
Al fondo y bajo el Collado de Los González, en su ladera aterrazada, vemos las antiguas construcciones de
una sola planta y corrales anexos, hechas con argamasa y piedra caliza, que
conforman el deshabitado Caserío de Viquejos;
cuyo origen se debió a la
explotación minera y también a la existencia de un manantial; hasta los 50 tuvo
huerta y un bosquete de almeces.
Bajo la Peña del Águila, en Viquejicos, se encuentra el complejo
hidráulico, cuya estructura pudimos ver mientras descendíamos al Barranco de Ugéjar;
un canal de recogida de aguas a la izquierda del barranco,
conduce, junto a las
Casas del Risco del Perro,
a la presa de su molino hidráulico de cubo;
visible
desde su fachada, construido de mampostería, de forma cilíndrica y enlucido a la almagra;
echamos
un vistazo a la cavidad del infierno a través de la bóveda de doble cañón, ladrillo macizo y
enlucida lateralmente con cemento,
para ver el rodicio, con sus aspas en forma
de cuchara y dispuestas radialmente, para que la presión del agua las ponga en
movimiento y accione el eje que mueve la pieza de moler.
Entramos en la casa de
la maquinaría, ha desaparecido el depósito con forma de cono invertido, que debía
colgar del techo, en el que se echa el cereal;
la estancia de al lado
que estaba dedicada a cuadras,
no quedan ya ni las
avispas, tan solo sus moradas.
Seguimos rambleando
atentos para salir por la derecha en la
Cañada de Ugéjar,
a unos cortijos en
ruinas
donde encontramos una roulote abandonada;
transitamos un corto trecho
por la rambla,
para cruzar Ugéjar
y descender por la D-21;
cortamos la NA-332
de Mazarrón a Águilas y en 700 m, nos desviamos a la izquierda en el Coto hacia
Casa Pastora, para meternos, literalmente, en un berenjenal;
al llegar a la
Casa del Mal Camino (verdadero)
nos dirigimos hacia el Norte,
donde se hallan las
ruinas del grandioso templete sobre pozo (400 m aprox.) de una antigua mina de
hierro.
Retornamos para continuar coqueteando con la Rambla del Ramonete
y jugando al escondite entre las tomateras, mientras vamos dejando atrás, la
antaño ilustre Casa Martínez
y la Casa de Meco con su plantación de granados, cultivo
de moda,
que comienza a sustituir al tomate tras el varapalo sufrido, desde la eliminación de las
restricciones al tomate marroquí en la Unión Europea. Salimos a la carretera de Puntas,
en Casa Mercedes,
nos
esperaran nuestras respectivas,
que habiendo hecho una ruta senderista a Percheles,
tomaran el pulpo asado con nosotros.
Tras la copiosa y riquísima comilona, regada con Punta Este,
comenzamos a marchar, truenan y rompen los cielos soltando una tromba de agua,
mientras tomamos en Chez Guillen y Cía unas tónicas, esperamos a que amaine y
marchamos de vuelta a casa, o eso creíamos;
el torrente de un ramblizo ha cortado
la carretera;
protección civil llama a un tractorista para que la despeje,
otro
vecino acude con el suyo y finalmente conseguimos pasar.
En nombre de todos los participantes, agradecemos la
dedicación de Juan Guillén y María José, por hacernos pasar una mañana
estupenda con rutas, comida, risas y sobremesa que no olvidaremos.
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Me ha encantado vuestro recorrido y el nivel de detalle. He tomado buena nota. Gracias
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