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Las Parideras-Barranco del Escalón-Collado Zapateros-El Ojuelo-Las Crucetas-Molino Zapateros


Accedemos desde Riopar por la CM-412 hacia Salobre y Reolid; en la aldea de las Parideras, entramos por pista estrecha y arbolada, aparcando la Autocaravana junto al puente sobre el Río de las Crucetas.


Partimos cruzando el puente junto al caserío, 


ascendemos buscando el Barranco del Escalón entre los Cerros Maguillo y  Citulero, 


el sol comienza su inexorable descenso extinguiendo al frescor de la umbría; 



dejamos atrás un cortijo derruido con una enorme encina 


que cobija un pequeño parral; 


la pista desaparece 


y andamos orientándonos junto al cauce adornado con arbustos espinosos; 



vemos una roca con forma de cabeza, 



cruzamos un huerto de altivos almendros; 



entre agracejos, 


vadeamos el arroyo que desciende por el Barranco del Escalón,


para enlazar con la pista maderera de los Ballesteros.


El firme de la pista de saca muy cuidado, cambia de dirección abandonando el barranco para coronar el  Collado  Zapateros; la acumulación de todoterrenos que vemos enfrente, nos hace temer que haya montería, como así nos advierte un cazador dispuesto en el cruce, aunque nos dirigimos al Ojuelo, la vuelta prevista no va a ser posible ni aconsejable, puesto que nos comenta del peligro que supone “aunque no suelen dispara hacia atrás”; es decir, que la pista por la que transitamos se halla fuera del perímetro de caza o “mancha”, pero cuanto más alejados estemos tanto mejor.


Caminar por un camino público afectado por una montería, está prohibido siempre que se haya señalizado correctamente; la idea de que “El monte es de todos y hay que cuidarlo” no es del todo cierta, al menos la primera premisa; los cotos de caza sitos en monte público son alquilados por sociedades y contribuyen al desarrollo económico de las zonas rurales; 


aunque el turismo de senderismo y montaña también lo hace; deberían situar los avisos, además de en los límites de la zona de monteria (500 m), al inicio de las pistas que van a cortar algunos km después. Conviene ponerse en contacto con el Ayuntamiento o Consejería de Agricultura de la Comunidad Autónoma por donde vaya a discurrir la montería antes de rutear por la zona.
Comenzamos a relajarnos oliendo a madera de pino; las labores de tala, poda y limpieza (otra forma de aprovechamiento además de la cinegética) son visibles por doquier; 


paramos a tomar un mantente cuando remontamos la cabecera del Barranco del Escalón; comenzamos a descender y atajamos brevemente para entroncar con la pista al Ojuelo en el Cañamar, la tendremos que tomar de vuelta al ser la que más nos aleja de los disparos.


En la Lobera pasamos al lado de un abrevadero, 



distinguimos las ruinas de los cortijos del Ojuelo, 


los chopos ya mezclan verde con amarillo, 


los suelos secos mantienen unos tonos dorados preciosos, impropios de una planta tan poco agraciada como son los abundantes cardos, 


y no digamos los bellos hongos saprófitos que se alimentan de los excrementos de herbívoros; 


juncos mollares, higueras dispersas, un membrillero o manzano vallado, 


al igual que se encuentra un gracioso pony, tan peludo que dudo pueda ver algo, 


lo que si hace es acercarse presuroso, como mi Perrete tierno cuando quiere algo de comida.




Nuevamente corta el paso la cinta de precinto con cartel alusivo a la montería (consiste en batir con ayuda de perros una extensión de monte cerrada por cazadores, distribuidos en armadas y colocados en puestos fijos).


Volviendo sobre nuestros pasos ahora en subida y con bastante calor, llegamos al cruce con el track de la ida, seguimos rectos por la ancha pista forestal de las Crucetas; 


perdiendo altura progresivamente pero dando un rodeo, de cuando en vez avistamos la cercana Sierra de Alcaraz y el Almenara (1796 m)


observamos una planta muy llamativa  al borde el camino


 

y en un talud cercano; 


la pista, antes de llegarse a la carretera, nos sorprende con una sombría área de picnic, dotada de mesas y fuente-abrevadero, 



más adelante lo hace con un inmenso bidón, rebosante de agua para sofocar incendios.


El largo tramo de carretera, sus curvas y el pequeño arcén, hacen que vayamos pendientes no solo del paisaje circundante, sino del ruido de los vehículos; hay poco tráfico pero no existe la posibilidad de abandonarla, ni de seguir el Arroyo de Zapateros; 


aunque nos permite ver las ruinas del antiguo Molino Zapateros junto al Rio de Las Crucetas,



con bastante agua y sin paso por su exuberante ribera; 


dejando las Casas de Prado Grande, llegamos a las Parideras 


y al aparcamiento habiendo rodeado la Cuerda del Retizar.

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