construida en 1929 de nombre “la Gaditana” en alusión al origen de la empresa
fabricante, capaz de elevar 100 toneladas a 25 m; aparcamos en la explanada
junto a la gasolinera.
En dirección a la rotonda giramos por la izquierda en el
primer cruce,
para tomar la pista asfaltada, que dejamos cruzando Rambla Cobre
antes de llegar a Los Grifos; proseguimos por la Barriada de Santiago
con un
antiguo depósito de aguas;
torcemos por la izquierda en la bifurcación al
Cementerio de Los Remedios, algunas viviendas resultan sorprendentes por los
apaños que realizan sus moradores.
Cruzamos el puente con la vista puesta en el Monte Calvario,
al que nos dirigimos dejando la carretera a la altura de la Casa de Los Pacos;
unas Estaciones del Vía Crucis jalonan el duro ascenso por este sendero
procesional,
semejante al verdadero
Calvario en Jerusalén, fruto de la concesión del Rey Alfonso X, para fundar un
monasterio bajo advocación de San Juan, a la Orden de la Fuente Santa de San
Agustín en 1256, orden religiosa que instauró el rito religioso del Vía Crucis.
Vemos el manantial
y la ermita del Monte Calvario objeto de
romerías,
desde la plaza con monumento a la Virgen de La Caridad, patrona de
Cartagena,
tomamos un cortito tramo pistero, que dejamos a favor de una traza
senderil
con marcas de pintura entre matorrales y roquedo, encumbrando un
vértice geodésico (231 m)
entre pozos mineros con vistas de la Refinería de
Escombreras;
volvemos a ascender pasando por un collado,
cogiendo asfalto
hasta
la Batería del General Ordóñez (C-6)
y el Castillo de San Julián,
tomamos el mantente divisando Cabo Tiñoso, Monte
Roldán, las Sierras de Pelayo, la Fausilla y Gorda, el Puerto y Campo de
Cartagena.
Exploramos el Castillo de San Julián, construido bajo el
mandato de Carlos III, tras recuperar la ciudad frente a los ingleses;
acabado
en el año 1888, reformado y ampliado fue prisión para altos mandos militares
durante la Guerra Civi;
investigando un sendero de bajada, a su salida, bordeamos su foso por la izquierda primero
y
por su fondo después,
zigzagueamos
perdiendo altura de forma continuada,
hasta
enlazar con la pista junto al puesto de mando de la Batería de Costa Comandante
Royo,
condecorado a título póstumo por su heroica actuación en Melilla, al
defender con su vida las piezas de una batería; por la izquierda nos acerca a las
antiguas Baterías de Trincabotijas Alta;
perdió gran parte de su utilidad al
crearse la cercana Batería de Aguilones, fue empleada tras la Guerra Civil como
polvorín, haciendo desaparecer en 1950 dos de los seis asentamientos para
cañones, cuando hubo una explosión;
dejamos su mirador volviendo a la pista,
pasamos por una formación de sabinas Tetraclinis articulata, que solo se hallan aquí y en el Norte de África, donde se extrae la sandapica, una resina aromática y medicinal; seguimos otra menor cambiando de dirección a la izquierda,
para descender por
un canal entubado con escalones, que tras un final de fuerte pendiente,
nos
deja en la misma playa de Cala Cortina junto al cortito paso marítimo.
Tomamos unas cervezas en el Restaurante Mares Bravas,
seguimos por el trazado peatonal junto a la carretera, que nos entretiene con las
instalaciones militares de las baterías de Santa Ana Acasamatada,
San Isidoro
y Santa Florentina, unidas formando un solo conjunto en el año 1739,
artilladas
con siete cañones de 24 cm, formaron parte del plan de fortificación de la
bocana del puerto,
fueron abandonadas en 1997 tras haber servido como alojamiento
de tropas y almacén de munición;
y San Leandro del año 1741, artillada con
trece piezas, fue vendida al Ayuntamiento de Cartagena en 1970,
seguimos por
las instalaciones portuarias, andando junto al carril bici del Muelle de la
Curra al punto de salida.
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