Accedemos desde la RM 15 Murcia-Caravaca por la MU 702, pasamos Archivel y el cruce al Campo de San Juan, vamos atentos para girar por la derecha a la altura del Cortijo Pernales (dirección Zaen),
enlazamos con la carretera que viene del Sabinar hacia Benizar, torcemos en subida hacia Bajil y aparcamos en la entrada al caserío,
con una docena de habitantes, en una olmeda y rodeada por la explotación agraria extensiva industrial (espliego para producir esencia que se vende a la industria química y farmacéutica), y una zona de huerta vallada para autoconsumo.
La zona del Campo de San Juan, forma parte de la antigua
conexión entre el Atlántico y el Mediterráneo, el denominado Estrecho
Norbético;
emergida desde finales del Terciario, presenta unos procesos
geológicos que han erosionando y modelando estos parajes,
donde la
estratificación y fácil disolución de las calizas bioclásticas marinas, han
dado lugar a un paisaje exokárstico (simas y torcas) y endokárstico (abrigos y
cuevas).
El Calar es una masa de calizas bioclástiscas marinas, con
cuevas en la ladera sur y oeste, elevada sobre el Campo de San Juan y
delimitada por fuertes declives.
La visita a las Cuevas de Zaén presenta riesgo
de caídas y posibles desprendimientos, si venimos con niños, deben venir
advertidos y moverse lo más cerca posible de las cuevas, así la visita además
de didáctica supondrá una diversión también.
El camino comienza en la aldea de Bajil, por pista en ligero
ascenso hacia el Suroeste,
rodeados de sabina
común o sabina negra (Juniperus phoenicea),
cojines de Monja (Erinacea
anthyllis),
algúna coscoja (Quercus coccifera),
rosal silvestre,
esparragueras,
retamas....
No faltan en nuestro recorrido los líquenes: Xanthoria parietina
(liquen de los muros)
y Lecanora muralis,
un liquen de talos crustáceos, que
crece fuertemente unido al sustrato, soporta ambientes muy extremos, viviendo en superficies expuestas de roca.
Un detalle en el suelo de la pista en forma de pequeños
montículos de tierra granulares,
nos advierte de la presencia en la zona de las
avispas del género Sphex (conocidas como avispas excavadoras o minadoras). Cuando
atrapan una presa, la paralizan sin
llegar a matarla, inoculándole una parte de su veneno con el aguijón, lo
introducen en una madriguera o nido subterráneo,
y ponen un huevo dentro del
cuerpo de su víctima, al eclosionar se nutre de la presa mientras se
desarrolla. La avispa excavadora adulta se alimenta de néctar y polen, siendo
beneficiosa para la polinización.
Llegamos a la zona de los escarpes,
donde la sucesión de
covachas de distintos tamaños en las paredes rocosas es abundante;
vemos procesos
de escorrentía que han dado lugar a diversos espeleotemas, debido a la
disolución y precipitación de carbonatos.
Un gran bloque de travertinos se desprendió
del techo,
en el suelo hay profusión de fósiles;
algunas cuevas se usan todavía
como refugio de ganado.
Otras partes rocosas se hallan oscuras
por los
arrastres cuando llueve, hay árboles
boca abajo creciendo en los salientes,
junto a la vegetación rupícola adaptada a la escasez y penuria hídrica que
padecen en estos ambientes,
viven en las fisuras, enraizadas en las paredes
verticales o en pequeños afloramientos rocosos poco o nada inclinados.
Dado el viento helado que sufrimos
no nos detenemos mucho a
disfrutar de esta cornisa,
plena de procesos erosivos,
contemplando las vistas
estupendas
de los frutales en floración
y los campos con sus hileras de
lavandas, hemos de marchar a comer los productos de la tierra en algún
restaurante de la zona como remate final.
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