Accedemos a la entrada de la Playa municipal de Cuenca desde
la carretera CM-2105, aparcando en un espacio de tierra a la orilla del río
Júcar.
Salimos por el paseo peatonal
cruzando el puente hacia la
zona de Recreo Peral,
tomamos el Sendero de San Julián, de la red “Flor de
Senderos” SL-CU 11; cruzando puente y carretera
e iniciando un fuerte ascenso,
por un bosquete de pinos adornado con sabinas,
haciendo el mismo recorrido de
los viacrucis;
el camino nos deja trás 700 m de subida, en el Mirador del
Recreo Peral,
con impresionantes vistas a la Hoz del Júcar y el Casco Viejo de
Cuenca;
desde el segundo mirador, el Mirador del Batan, atisbo a ver el
aparcamiento de la Playa municipal, algunos ferrateros y los suaves meandros
del Júcar;
el tercero, el Mirador de Emiliano,
nos habla del largo viaje del
río a través de las eras temporales,
de como su magia transforma y modela el
desfiladero,
aportando formas pétreas de índole diversa y equilibrio inestable.
Disfrutando de las maravillas que el agua dibuja, se instaló
Julián apodado “el tranquilo” con su fiel criado Lesmes en el Cerro de la
Majestad,
tras predicar el evangelio por esos mundos; tenía por costumbre,
retirarse a una cueva con manantial,
le
servía para fabricar cestillos de mimbre que luego repartía entre los pobres;
al lado se levantó una pequeña ermita en su honor,
ya que fue nombrado
Arcediano de la Catedral de Toledo en 1.191 y cinco años después, con 68 años,
bajo el reinado de Alfonso VIII, fue designado Obispo de Cuenca y actualmente es
su patrón.
Numerosa simbología religiosa,
junto a un rico entorno
botánico, donde reina el silencio y nos invade la calma;
vemos a través de la
puerta la imagen de San Julián,
antes de comenzar el descenso a su mirador
por
las escaleras labradas en la roca;
para aquellos que suban, un cartel reza la
máxima que me aplico en el mundillo btt.
En la Plaza Rafael M. Rodrigo,
comparten decorado la hiedra y los falsos abetos rojos (Picea abies) con los
pinos, sabinas y cipreses próximos.
Transitamos durante 1 km por el paseo peatonal de la
carretera Villalba de la Sierra-Cuenca,
veremos afanados escaladores
en las
cercanías de la Presa de Las Grajas;
cruzamos el río por puente
en zona de baño
y las instalaciones del Club de piragüismo conquense;
nos dirigimos al Paraje
de San Juan de la Rivera por el margen izquierdo,
bajo la umbría que los bordes
de los despeñaderos rocosos proyectan sobre el sendero.
Se abre el paisaje
junto a las ruinas de la ermita de San Juan,
dándonos la opción de continuar a
nuestra izquierda,
en claro ascenso por escaleras junto a unos almendros,
cuyos
frutos han sido pasto de las ardillas y
no de los ratones de campo, acostumbrados a un corte redondeado casi perfecto,
con el surco en el borde superior del agujero de la cáscara, clásica marca de
sus incisivos al sujetar el fruto.
El sendero se orilla bajo los paredones con plantas
rupícolas al abrigo del pinar;
cuando se despeja, las vistas son abrumadoras,
con los frailes de roca coronados por la luna madrugadora,
bajo las
amarillentas aulagas y las Hoces del Júcar;
poco a poco, van asomándose las
casas a los cortados, a la par que ascienden las sombras,
dándonos la bienvenida un ejército de piedra;
en el
primer cruce al Barrio del Castillo,
un cartel orientativo nos muestra también
la opción de llegarnos al Santuario Virgen de Las Angustias,
comprendida en la
ruta de mañana por los Hocinos, nuestro destino hoy será el descenso final por escaleras,
hacia el
puente de vuelta a nuestra casita con ruedas.
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