Pinturas rupestres de la Cañaica del Calar-Arroyo Tercero-Cortijo del Castellar-Bancales Llanos-Cortijos de la Sazadilla y Mata
Salimos desde la explanada aparcamiento, por el Camino de
Nerpio y el milenario bosque de sabinas albares y negras;
el paisaje árido de
las viejas canteras contrasta con los pinos laricios, nos dirigimos a ver las
pinturas rupestres de la Cañaica del Calar.
Dejamos la pista principal a la derecha por la Cañadica de
Andrés, bajo el Calar de las Tapias, en las paredes de su solana se hallan las
pinturas rupestres; ascendemos por traza senderil hacia el cercado del Abrigo
II,
con la famosa pintura del ciervo (27 cm de largo por 25,5 cm de alto),
junto
"al arquero", son muestras del arte levantino, consideradas
Patrimonio de la Humanidad en 1998 por la Unesco.
Nos desplazamos al vallado del Abrigo I,
compuesto por
figuras antropomorfas, animales, grupos de puntos y símbolos; estilística y
técnicamente representativos del arte esquemático; resulta sorprendente que sea
posterior al arte levantino dada la cercanía de ambos frisos.
Se supone que su
finalidad práctica era de carácter mágico-religioso para propiciar la caza,
para ello usaban pigmentos minerales molidos y carbones vegetales aplicados con
los dedos, ramas quemadas, cañas huecas o pinceles, lo hacían directamente o
aglutinados con resina o grasa.
Descendemos a la pista,
enfrente, en lo alto de la cresta
caliza, existe un poblado de la Edad del Bronce, nos queda fuera de ruta ya que
nos dirigimos hacia la aldea de Arroyo Tercero,
en un entorno de exuberante
vegetación con encinas, pinos, sabinas, higueras, cipreses, nogueras, álamos, arces,
etc. Cruzamos la Fuente del Sabuco y su canalización;
junto con el Arroyo de la
Melera, conforman Arroyo Tercero,
que también cruzamos al desviarnos por pista
de bajada, antes de entrar en la aldea.
Ascendemos por pista con las vistas de Revolcadores y Peña
Jarota; dejando atrás las ruinas del Cortijo de la Umbría,
tomamos un sendero a
la derecha junto a una balsa de agua
y preciosos serbales,
vestidos con los
colores otoñales, un auténtico regalo para la vista que tanto nos enamora.
Entre
la mágica bruma,
rodeamos el Cortijo del Castellar,
ubicado en un lugar con
gran encanto, edificaciones de diferentes edades y muestras del reciente pasado.
Arriba del mismo, se encuentra la pista por la que
ascendemos, rodeados de grandes y artísticas telarañas al tibio sol matutino;
reímos
ante el cartel de una parcela que al parecer, alguien ha labrado sin el permiso
de su dueño.
Las extensiones de los campos de lavadín (cruce de lavanda y
espliego), espliego y salvia, al igual que la acumulación de sacos
conteniéndolas, denotan que estamos en zona donde se destilan aromáticas, según
comprobaremos al final del recorrido.
Tomamos el mantente junto al Cortijo de Arroyo Blanco,
cruzamos el arroyo
iniciando un duro ascenso
a las ruinas del cortijo de Los Bancales
Llanos;
giramos a la izquierda en el cruce de pistas, enlazamos con otra en mal
estado por la derecha, seguimos entre bancales
retomando pista a la altura de
una caseta y balsa.
Descendemos por senda y campo través,
a cortar la unión del
Barranco del Cantalar con Arroyo Blanco, ambos con agua.
Volvemos a coger pista
a las ruinas del Molino de Manta;
giramos
a la derecha por la pista al Cortijo de la Sazadilla,
hacemos una breve parada
junto a su estanque;
continuamos subiendo por el sendero que conecta con la
pista de la Fuente del Rincón hacia el Cortijo de la Mata,
con 3 casas Rurales
y un salón común para eventos.
Dejamos el cortijo por asfalto;
al llegar al Calar de la
Santa,
nos acercamos para recabar información, a la vista de la caldera para
destilar el aceite esencial de los cultivos en sus campos de secano;
maquinaría
en funcionamiento que procesa las plantas recolectadas y transforma en futuras
colonias, geles, esencias, aceites, medicamentos, etc.
Nos desplazamos en coche
al Campo de San Juan, para tomar un gran menú en el Restaurante el Cortijo.
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