A las 8,30 h comienzo los preparativos para ascender desde la
Fuente del Hilo al Morrón de Espuña, la mañana fría promete subidas del
termómetro, también disfrute en solitario al ser lunes ...
... la abundante nieve que
aún perdura en las alturas no tardará en derretirse.
Hasta las cercanías del Collado Bermejo no aparecen las
primeras manchas níveas, será pasada la valla en la bifurcación con la pista...
... donde además de ver arruís cruzando la carretera, el manto blanco va abrigando
un suelo accidentado sobre los 1.300 m de altitud.
Hay nieve por todas partes, los pozos de D. Eleuterio se
vislumbran debajo de una carretera, estrechada por las montoneras de nieve que
la circundan.
Prado Mayor blanquea abajo. El agua que desprenden los bloques helados
torna peligrosas las curvas.
Junto a la valla que delimita la zona militar, a la altura
de la estación Meteorológica...
... inicio un precavido descenso con los pies fríos y
la mente en ebullición de tanta belleza, ni un alma por ninguna parte, solo, en
el monte nevado y luminoso.
De vuelta al Collado Bermejo sigo por la pista de Peña
Apartada, la Bala Blanca muerde con sus tacos la nieve que cede crujiente a su
paso, con el hielo es ya otra historia...
... se vuelve juguetona, a ratos salvaje, deslizando
de atrás en un baile movidito enaltecido entre adrenalina y endorfinas.
La guinda final será una trialera facilona, desde las ruinas
de la Casa de las Labores, plagada de curvas cerradas que, si se hacen muy rápido,
las sensaciones placenteras aumentan en progresión ...
... hasta que el Barranco del
Buey pone fin, ya por pista pasando por el Refugio Fuente del Sol hasta el
asfalto final.
Han sido solo dos horitas con una bajada tan histórica como
intensa, que me deja en sana paz hasta mañana por lo menos.
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