Intentamos salir
desde el nacimiento del río Chícamo, pero vemos que no hay acceso. Descendemos
por pista entre cañaverales, juncos y palmeras de la Palestina murciana,
para
seguir el curso del río Chícamo o Rambla de Abanilla (salida natural del
Sistema Acuífero de Quibas), afluente del Segura que recorre parte del término
municipal de Abanilla. Riega la Huerta de Abajo y Sahués.
Sus charcas albergan
al pez endémico de la Península Ibérica, en peligro de extinción, llamado
Fartet (Aphanius Iberus) o “hartito”
(adaptado del catalán fart = harto) al ser muy voraz y rápido devorando hasta
“hartarse” con las larvas de insectos.
Pasamos un centro de interpretación, donde se imparte formación
medioambiental y se analiza la cultura del agua, ubicado en el antiguo molino
hidráulico restaurado,
anteriormente fue La Casa del Molinero, se construyó en
el año 1844 por encargo de la Comunidad de Regantes de la Huerta de Abajo y
Sahués, dejando de funcionar durante los años 60.
Cruzamos por el canal de conducción de aguas en ruinas,
y
varias veces por el cauce pisando entre piedras,
intentamos avanzar a través de
la frondosa vegetación,
buscando las trazas senderistas que discurren por ambos
márgenes.
Conforme avanzamos entre recodos,
las paredes margosas van
estrechándose,
aumentando en altura e inclinación,
hasta entrar en el
desfiladero del Cajer, zona de sorprendente belleza geológica.
Tomamos un mantente, cambiamos de calzado
maravillados del panorama que nos ofrecen estos cortados de El Cajer,
con
paredes de hasta 40 m de altura por 2 m de angosto.
Disfrutando como críos este
tramo con el agua por los frescos tobillos
o las relucientes rodillas las menos veces,
o las relucientes rodillas las menos veces,
nos desvela sensaciones placenteras casi olvidadas,
al interactuar con el agua y la roca de este antiguo mar,
al interactuar con el agua y la roca de este antiguo mar,
cuyos colores grises y
amarillos intercalados,
denotan los depósitos que arrastraban antiguas tormentas, ahora sedimentados y estratificados para nuestro deleite visual.
denotan los depósitos que arrastraban antiguas tormentas, ahora sedimentados y estratificados para nuestro deleite visual.
Se abre el desfiladero dando paso nuevamente a los baladres,
juncos, tarays, cantuesos y algún madroño. Volvemos a cambiarnos de calzado,
aunque otros preferimos continuar pisando charcos.
Cortamos la pista de la Umbría,
pasamos junto paredones
acarcavados,
algunas viviendas-cueva,
altivas y majestuosas palmeras datileras,
un bosquete de pinos donde el agua del Chícamo, pasa de su cauce natural a la red de acequias que transportan el agua hasta El Partidor;
hacia
la carretera del Tollé a El Partidor; transitamos brevemente por su arcén, nos
desviamos a la derecha
en busca de la Rambla Mascosa.
Nuestro discurrir por
ella será testimonial,
ya que la dejamos por una pista de gran belleza
que nos
introduce en la Rambla del Zurca, afluente del Chícamo, al igual que las del Agudo,
Balonga, Canelas, Cutillas, Mascosa y La Parra.
Seguimos rambla arriba avanzando con dificultad,
sorteando
obstáculos por las canaletas que forma el agua entre las rocas y la abundante
vegetación de ribera.
El calor hace acto de presencia, Enzo,
nuestra mascota, se pone a remojo, su pelaje negro no ayuda a bajarle la
temperatura; hay menos caudal desde la última vez que estuve en abril de 2016;
han
desaparecido algunas pocetas, cantan menos las ranas y hay una cantidad
exagerada de mosquitos en las charcas de aguas estancadas.
Las avenidas de agua de lluvia han dejado “baldomeras” por
doquier, también han derribado un árbol enorme que, junto a la abigarrada
vegetación, nos impide el paso;
si a ello sumamos lo avanzado de la hora y la
recogida de los coches, pues cogemos la pista que se convierte en Calle
Cristobal Colón, pasa por la depuradora
y nos deja en el centro de Barinas
donde cierro track.
Celebramos estos momentos gratamente compartidos entre los
Andarines por la Vida, con sus correspondientes cervezas y su ración de risas hasta
la próxima función.
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