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Salimos del aparcamiento de Cala Reona hacia Cabo de Palos en suave ascenso, calentando piernas en una mañana soleada y sin viento, cruzamos entre el Cerro de los Cuervos y Cala Reona, además de la Rambla del Atalayón, con vistas de La Manga Del Mar Menor a nuestra diestra.
Vamos llaneando, dejamos atrás dos enormes
balsas de riego en unos campos de alcachofas, al pie del Cabezo de Los
Martínez y Casas de La
Jordana a la altura del Cabezo Negro.
Cruzamos la Urbanización La Manga Club por sus calles en una subida sostenida, hasta salir a una
pista que cruza un pinar frondoso, por senda llegamos a las ruinas de la casa de Las
Cenizas,
tomamos la pista pedregosa y concurrida al monte del mismo
nombre, donde se conservan como artillería costera dos cañones Vickers-Armstrongs, capaces de disparar un proyectil de casi una tonelada a 35 kilómetros,
cuya misión era proteger la entrada a la bahía de Cartagena (además de la Batería de
Castillitos en La Azohia), muy visitados y ya conocidos de otras veces … a los que no llegaremos
pues tomamos un sendero trialero que nos devuelve al pinar y a la Urbanización
pasadas.
Nos separamos del track de la ida ascendiendo un trecho por el Cabezo de La
Fuente, dejando un antiguo cuartel de la Guardia Civil,
reconvertido en una espléndida mansión con fachada azulada, descansamos y
admiramos las vistas marinas desde Punta Negrete,
y comenzamos a movernos por senderillo trialero cuya
dificultad es nuestro reto y disfrute, (a pesar de echar pie a tierra las menos
de las veces).
Pasamos por los aparcamientos de Las Salinas del
Rasal o de Calblanque , es un alivio el hecho de que no haga calor y no seamos presa de los
mosquitos tigre, como en otra ocasión -pican a través de culote y maillot-
Las
calas (Arturo, Magre, Los Dentoles y Cocón), los ramblizos y terraplenes se
suceden, haciéndonos dudar del camino a tomar, a pesar de realizar una vez por
año la ruta de la que esta es el resultado “mejorado”.
La belleza del paisaje
semidesértico de palmeras, tarays, espartales, palmitos, paleras … combinado
con tramos rocosos de pizarras y terrenos arcillosos, dotan al paisaje de un
colorido que contrasta con el azul marino, esto nos hace sentir menos cansados
de lo que vamos.
Después de ascender por un sendero aéreo con
cuerdas,
iniciados el último descenso trialero al aparcamiento de la salida,
con la satisfacción que nos proporciona esta ruta paisajística, técnica y no
exenta de dureza.
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