Accedemos desde la Autovía del Cantábrico (A-8), salida 249 a Comillas por la CA-135. Aparcamos haciendo la primera rotonda pasado el Km 2.
Un carril accesible peatonal
nos conduce en 500 m, a la entrada del Monumento
Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón.
¿Qué hace un árbol como tú en un lugar como este? Nos preguntamos.
La carta de presentación de la Secuoia Sempervivens es
magnífica: Por su exotismo (originaria del Pacífico de los Estados Unidos, su
nombre proviene de un indio cheroquee “Sequoiah”
educado en Georgia, sobre el siglo XIX
inventó un alfabeto para el dialecto de su tribu),
por su longevidad (llegando al
millar de años ), rapidez de crecimiento (1,80 m/año entre los cuatro y los diez
años de edad ), madera de buena calidad y fácil de trabajar; finalmente por su
porte y tamaño (alcanza hasta 100m).
El territorio español era rico en patrimonio forestal, la
idea de darle al monte un impulso generador de riqueza y recursos económicos,
pasaba, entre otras cosas, por explorar la opción de las plantaciones.
En 1926
la Ley del Plan General de Repoblación, recomendaba cultivar especies de
crecimiento rápido y ubicarlas en Cantabria, por la disponibilidad de terrenos
baldíos y las favorables condiciones climáticas.
El régimen franquista, en un intento de reducir los gastos
que comportan las importaciones (para el desarrollo de las industrias
relacionadas con el sector maderero), crea el Patrimonio Forestal del Estado, el
Servicio de Montes en 1938 y el Plan General de Repoblación en 1939.
En principio se potencian amplias plantaciones de eucalipto,
para el entibado de minas y la construcción; también de Pinus radiata. En
parcelas pequeña se experimenta con roble americano (Quercus rubra), castaño
japonés (Castanea crenata) o abeto de Douglas (Pseudotsuga menziezii),
finalmente se plantan las secuoyas del monte Cabezón (1940).
Se trata de una plantación de 2,5 hectáreas de secuoyas,
localizada en el Monte de Las Navas (también contiene 25 pies de Pinus Radiata),
cercano a la localidad de Cabezón de la Sal; se declararon Monumento Natural por Decreto (41/2003) para la
conservación de este excepcional ecosistema y "Espacio Natural
Protegido" de Cantabria (4/2006).
Hoy en día persisten en el bosque 848 ejemplares de esta
especie, con una altura media de 36 metros y perímetro de 1,6 metros.
Descripción del recorrido:
Entramos por la ancha pasarela de madera,
curvada para
adaptarse a personas con movilidad reducida,
pendientes del tamaño de los
árboles
y leyendo carteles ilustrativos.
Acaba la pasarela en una pequeña explanada,
vemos una
secuoya de dos troncos (o dos sequoyas unidas);
seguimos pista a la derecha,
para iniciar un pequeño descenso; por sendero escalonado y ligeramente
embarrado,
nos conduce hacia cuatro ejemplares bien desarrollados.
Damos la vuelta tomando la senda que, por la derecha, nos
hace subir contemplando una mayor agrupación de las secuoyas, creadoras de
umbría y aniquiladoras de sotobosque.
Los troncos presentan distintos tonos de rojez y desgaste,
nos hacen sentir diminutos en este entorno cuidado, transmiten una calma que percibimos
cuando reina el silencio;
aunque hay bancos para reposar fresquitos, nosotros
volvemos rodeando
a la salida y al siguiente destino.
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