Salimos en descenso por la carretera cerrada al tráfico, pasada
una escultura,
cambiamos de dirección en la caseta de control, donde hallamos
información sobre el entorno;
otro segundo giro lo damos a la altura de una
barca y un ancla,
seguimos descendiendo
pasando balcones con bancos para
observar el Santuario.
Dejamos atrás un amplio mirador
y una fuente con mesa de
piedra;
a lo lejos destaca una plataforma de Repsol para la extracción de gas.
La
carretera acaba en la subida al santuario.
San Juan de Gaztelugatxe, pequeña ermita dedicada a Juan
Bautista, situada en lo alto de un islote; gaztelugatxe proviene del euskera
gaztelu, "castillo" y gaitz, "difícil" o
"terrible".
La iglesia ha sido reconstruida en varias ocasiones, la
primera ermita data del siglo X, aunque en la explanada e interior de la ermita
se han hallado enterramientos medievales del siglo IX.
En el siglo XII se convirtió en un convento y dos siglos más
tarde, los frailes la abandonaron.
Fue utilizado como baluarte contra Alfonso
XI (rey de Castilla), por el señor de Vizcaya Juan Núñez de Lara en 1334. En
1594 fue atacado por herejes de La Rochelle, sufriendo el saqueo y el asesinato
del ermitaño que estaba a su cuidado.
En el siglo XVIII fue asaltada por tropas
inglesas, en la guerra civil española se produjo en sus aguas la batalla del
Cabo Machichaco, enfrentándose la marina
republicana contra la sublevada.
Cuentan que en las cuevas del peñón, la
inquisición encerraba a los acusados de brujería. Los pueblos de Baquio,
Arrieta y Bermeo realizan romerías al santuario. Fue escenario del rodaje en
algunas escenas de Juego de Tronos.
Llegamos a la subida de los 241 peldaños, zigzagueante
puente de piedra, jalonado con las sucesivas estaciones de un Viacrucis;
nos
obliga en la mayoría de sus tramos a ir en fila con el resto de turistas,
el
calor se deja sentir agravado por la pendiente, aunque las vistas son
estupendas.
Llegamos al Santuario,
el pasillo se corta detrás, donde
descansan sombreados jóvenes y mayores; el altar no podía ser más marinero
y la
campana no paran de hacerla sonar, por
si la leyenda fuese cierta “si tocas la campana tres veces y pides un deseo, se
cumplirá”;
hay un pequeño refugio con un inodoro desbordado por el uso a juzgar
por los efluvios.
En el descenso vemos la erosión del “flysch” con la marea
baja;
bebemos agua en uno de los tres grifos empezando a retornar ahora de
subida hasta el área.
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